Por Monserrat Pizarro Rodas*
Con la llegada de la primavera damos paso a los días más largos, más horas de sol y de luz. El organismo inicia un período de readaptación a los procesos de luz, dejando atrás a la oscuridad del invierno.
Muchos de los procesos fisiológicos del organismo dependen de un ciclo que se repite cada 24 horas llamado ritmo circadiano y se ve determinado por sustancias endógenas fotosensibles que se encuentran el sistema nervioso central como la dopamina, melatonina y serotonina entre otras más. Como parte de este ciclo la glándula pineal es estimulada por la oscuridad para sintetizar la hormona melatonina y la liberarla a la circulación sanguínea, donde alcanza sus concentraciones máximas durante la noche. Finalmente la luz solar es captada por nuestras retinas llegando a la glándula pineal que interrumpe la producción de melatonina, interrumpiendo así la sensación de sueño.
Podemos diferenciar dos tipos de cambios a nivel anímico que se presentan con la llegada de la primavera. El primero es un estado de ánimo más positivo, nos sentimos con más energía y alegres, dedicamos menos tiempo a dormir y realizamos un mayor número de actividades a lo largo del día.
Todo esto, es debido a que la luz natural de ésta época estimula ciertas partes del cerebro que se relacionan con los estados de ánimo. Un ejemplo de esto es la serotonina–neurotransmisor sintetizado en el sistema nervioso central a partir del triptófano-, que transmite señales entre las células nerviosas (neuronas) regulando su intensidad y así influye en la mayoría de las células del cerebro. Los niveles de serotonina se condicionan a la luz que recibe del organismo, por lo que en esta época tienden a aumentar y con esto hay un aumento progresivo del bienestar y la felicidad con un mayor estímulo sexual.
No obstante, la serotonina no incide de la misma forma en todas las personas pues las variaciones en cada uno son diferentes y esto modifica los estados de ánimo, por lo que algunos tienden a sentirse tristes, mientras otros se sienten felices. Es así como llegamos al segundo tipo de consecuencia anímica que se presenta con la llegada de la primavera y se le conoce como depresión primaveral. Al contrario de lo que ya se ha descrito, en este caso las personas que lo padecen, se sienten con menos energía y tristes. Suelen tener dolores de cabeza y olvidos frecuentes. Necesitan más horas de sueño, y a esto se le suma un posible sentimiento de soledad, al que no pueden darle una explicación. Es una sensación de fatiga y decaimiento general que puede durar algunos días y remitir sin tratamiento médico, siendo recomendable realizar ejercicio durante un periodo mínimo de 30 min al día, procurar dormir 7-8 horas diarias –éste es un habito muy descuidado generalmente en la mayoría de las personas, se prefiere sacrificar el sueño en pos de ver películas o ver algún programa de televisión, terminar algún trabajo pendiente, de la escuela o de la oficina, siguiendo la peligrosa y tristementente célebre frase: “descansaré en la tumba”, ¡para nada!, eso no es inteligente, eso no es descansar, de hecho eso es no existir; privarse del descanso necesario para el bienestar de nuestro cerebro es casi suicida, otro aspecto importante que no debemos descuidar es, comer 3 veces al día y beber agua entre comidas, para estar bien hidratado y sano.
*Facultad de Medicina, UNAM