Por David Jorge Díaz Díaz, Patricia Vergara Aragón, José Luis Mendoza Escalona, María Fernanda Gutiérrez Rivas, Blanca Irene ketzalzin Meza Aupart, Luis Gerardo Luna león y Cabrera Laguna Arantxa y Paul Arturo Jiménez Prado
Facultad de Medicina, UNAM.
Datos del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias en la ciudad de México, indican que más de 12 millones de personas en nuestro país presentarán algún tipo de padecimiento respiratorio, durante el otoño. Cuando hablamos de enfermedades respiratorias incluimos todos aquellos padecimientos que afectan el sistema respiratorio y van, desde molestias en la garganta, hasta enfermedades pulmonares graves.
Las manifestaciones pueden ser tan variadas como solo un dolor de garganta, de cabeza, de oídos, fiebre y/o malestar general y es frecuente que la infección se transmita a través de las gotitas de saliva o moco que una persona enferma arroja al toser, es frecuente que esto ocurra cuando cambiamos de un ambiente cálido a uno más frío, y, es entonces cuando los vellos de la nariz, encargados de detener los microbios, se paralizan, permitiendo la entrada de los microorganismos.
La mucosa de la nariz, también tiene como función calentar el aire que va a los pulmones, y no puede cumplir totalmente con su función cuando la temperatura es baja y la irritación en las vías nasales causada por la presencia de microorganismos, induce la generación de impulsos nerviosos al sistema nervioso central, iniciándose un mecanismo reflejo que se presenta en forma de estornudos.
En las vías respiratorias bajas, la presencia de microorganismos junto con la inflamación, la producción y acumulación de moco, generan estímulos hacia el centro respiratorio para la generación del reflejo tusígeno, presentándose así una espiración enérgica, con la finalidad de eliminar los microorganismos.
La invasión de microorganismos en las vías respiratorias produce la liberación de sustancias llamadas toxinas, que generan un daño a las células, aumentando la susceptibilidad al agente infeccioso y favorecen su colonización en el organismo.
La forma de combatir este proceso infeccioso a través de la activación del sistema inmunológico que a su vez induce la liberación de sustancias inflamatorias generando un aumento en la temperatura corporal (fiebre), aumento en la permeabilidad vascular que se manifiesta con escurrimiento de moco (rinorrea), obstrucción nasal, irritación e inflamación faríngea. En el caso de las infecciones virales, estas pueden prolongarse si agregamos otros factores que aumentan el riesgo de padecerlas como un deficiente estado nutricional o depresión.
Otro padecimiento frecuente durante esta temporada es la llamada depresión de otoño o astenia otoñal. Los síntomas del trastorno afectivo estacional aparecen durante finales de otoño o principios del invierno y desaparecen durante los días más soleados de la primavera y el verano. Se debe principalmente al cambio de estación y a la reducción en las horas de luz.
El proceso que provoca la depresión otoñal se relaciona con un incremento en los niveles de melatonina, con lo que se observa una creciente fatiga y falta de ganas para realizar cualquier actividad. El aumento de melatonina actúa disminuyendo los niveles de serotonina que generan desánimo y alteraciones del sueño.
Además, de que la falta de luz repercute directamente en los niveles de dopamina, responsable de la tristeza y de la falta de concentración, esto unido a un aumento del mal tiempo provoca que la persona tienda los primeros días de otoño a sentirse triste o melancólica, para lo cual se recomienda realizar ejercicio, fitoterapia y consumir chocolates .
¿Cómo podemos prevenir las enfermedades respiratorias?
• Evitar lugares cerrados y/o húmedos.
• Evitar permanecer en lugares conglomerados.
• Limpiar áreas comunes con regularidad
• Llevar una alimentación saludable (Vitamina C)
• Las personas enfermas utilizar bufandas y cubre bocas.
• No exponerse a cambio bruscos de temperatura.
• Consumir abundantes líquidos
