–Para que no te equivoques: tu rol como reportero es rellenar los espacios que quedan libres entre los anuncios que publicamos todos los días.
–Pero soy reportero de primera plana—atiné a replicar. Intenté exponer la lista de mis exclusivas, las numerosas 8 columnas. Mis crónicas, mis reportajes.
–¿Y tu crees que eso le importa a don Alejandro?
La lección la recibí hace décadas. Una bofetada a mi ego reporteril, contundente sopapo a mis reclamos salariales. Pero todavía hoy la agradezco. Algo aprendí, creo.
Primero lo básico: en México son pocas las personas que consumen noticias regularmente. Probablemente menos de 20 millones. Son la gente educada e influyente, se supone. “Son quienes toman decisiones”, soñaba un viejo maestro.
Si bien, incluso en los viejos medios de comunicación las noticias son solamente una parte de la industria de producción y distribución de contenidos que bien podrían describirse con una palabra: entretenimiento.
Basta con seguir un par de días CNN o el propio New York Times para encontrar el hilo de las narrativas emocionales con que se cuenta casi todo: desde la última guerra, hasta la más reciente matanza en algún lugar del mundo. No de balde el “news avoidance” que –según Reuters/Oxford– lleva a una de cada 3 personas a preferir videos de gatitos por encima de los breaking news.
En sus formatos tradicionales el negocio de las noticias ha dejado de ser negocio, empezando por los periódicos que históricamente fueron el espacio natural para el noble oficio periodístico. Aunque en México ninguno de ellos alcanzó circulaciones verdaderamente masivas, debido al tipo de relaciones que los rodeaba, por mucho tiempo generaron grandes ganancias para sus dueños. Personalmente nunca conocí a un reportero que con su sueldo se haya convertido en millonario.
La revolución digital ha desplazado el flujo de recursos publicitarios hacia el universo online a un puñado de gigantes, sobre todo Google que, tan sólo en Estados Unidos, se queda con el 37 por ciento de los 130 mil millones de dólares que se gastan en ese rublo.
También la radio y la televisión convencionales han sido superados por la comunicación global. Es a través de plataformas como Facebook y Twitter el medio por el cual quienes consumen noticias realmente se informan.
En México, la revolución digital provocó que los dos principales jugadores locales –Azcárraga y Slim–, pasaran de aliados a competidores. La innovación y las nuevas tecnologías han atomizada la oferta informativa y por ende abaratado al extremo la enorme cantidad de información a la que los 4 mil millones de personas que usamos el internet tenemos acceso en la palma de la mano. Literalmente, pues el Smartphone es el eje del nuevo mundo de las noticias.
En la era del IPhone el rol del reportero es totalmente distinto al que fue para quienes comenzamos usando maquinas de escribir de tracción animal. Por supuesto que el valor del periodista va mucho más allá de llenador de espacios. El dilema radica, quizás, en determinar si en estos tiempos hay espacios para nuevos modelos de producción de noticias que sostengan el periodismo que se pague de acuerdo con lo que creemos que vale.
