Para los 35 millones de personas con raíces mexicanas que han construido su hogar en territorio de Estados Unidos, así como para sus casi 60 millones de familiares que viven en México, el nacimiento de la Asociación México Americana (AMA) puede ser una gran noticia.
AMA es sociedad civil. Una “red de redes” que reconoce un hecho comprobado a lo largo de la historia entre ambos países: sus intereses nunca han sido prioridad, ni en Washington D.C. ni en la CdMx, las capitales de dos gobiernos que a lo largo del tiempo se han declarado la guerra, han emprendido negocios juntos, pero casi nunca han sabido entender una realidad binacional construida por migrantes y que define el futuro de las dos naciones.
Esto es, AMA nace por que la relación entre Estados Unidos y México es demasiado importante para dejarla en manos de sus respectivos gobiernos.
“Juntos, Mexicoamericanos y Mexicanos ilustramos lo mejor de dos grandes civilizaciones. Con raíces milenarias, representamos una de culturas más importantes de la humanidad. Nuestros valores, fortaleza familiar y compromiso con el trabajo han sido fundamentales para la construcción de Estados Unidos como la gran potencia económica del siglo XX. Juntos, seremos muy pronto la identidad étnica más grande en toda América del Norte”.
En su primera declaración, AMA-USA despega con un punto compartido por decenas de organizaciones civiles y personajes comprometidos en fortalecer el potencial del universo Latino en Estados Unidos.
Confrontados por una ola de odio que, desde la Casa Blanca, intenta canalizar contra los migrantes el desencanto y el resentimiento de amplios grupos sociales afectados por los proyectos de apertura económica impulsados desde Washington en las últimas décadas, seguramente pronto serán muchos más los socios de AMA-USA.
Ciertamente es poco lo que se puede esperar de un presidente que, como candidato, necesitó apenas 90 segundos para comenzar a insultar a los mexicanos. Y mucho menos se puede esperar de una administración que tiene como bandera favorita una estrategia fracasada hace más de 2,000 años: la construcción de un muro fronterizo.
A juzgar por lo declarado por los candidatos presidenciales mexicanos durante su reciente debate en la ciudad de Tijuana, tampoco se puede esperar demasiado apoyo desde el lado sur del muro imaginario del señor Trump.
Es claro que el avance real no llegará decomisando parte de esos 29,000 millones de dólares que mandan los migrantes para ayudar a sus familias en México para financiar el desarrollo fronterizo (Rodríguez), con formulas diplomáticas del pasado (Meade), usando a los migrantes de América Central como moneda de cambio (Anaya) o convirtiendo a la red consular en gestorías de denuncia legal (AMLO).
Afortunadamente, incluso dentro de Estados Unidos son muchos más quienes se sienten ofendidos por que se llame “animales” a los inmigrantes. Afortunadamente, la gran mayoría de las grandes ciudades queda claro que la seguridad nacional se fortalece apoyando a los inmigrantes y no cazándolos. Afortunadamente los grandes actores económicos reconocen que este país fue, es y será construido por las manos de trabajadores inmigrantes.
“AMA es un esfuerzo ciudadano encaminado a fortalecer los lazos entre nuestra gente a ambos lados de la frontera, incluyendo, por supuesto, a organizaciones e individuos que reconocen que, juntos, valemos más. Su agenda es la misma que los intereses principales de la suma de sus integrantes. Sus liderazgos son horizontales, inclusivos y en permanente búsqueda de soluciones a nuestros problemas comunes. Como es de esperar, es apartidista, sin fines de lucro y sin ataduras con los gobiernos de nuestros países”.
Como ha ocurrido antes, las verdaderas grandes transformaciones llegan cuando la propia sociedad se involucra directamente en la defensa de sus intereses y el impulso al cambio. Después de ese gran tsunami de rechazo a los viejos sistemas que recorre buena parte del mundo, casi todo apunta hacia la próxima derrota en las urnas de las posiciones más extremas que llevaron a Trump a la Casa Blanca. La llegada de un nuevo gobierno en México permitirá también el surgimiento de liderazgos sociales que estimulen el paso de la diplomacia decorativa a una diplomacia activa y firme en la defensa de los intereses que representa. En el caso mexicano debería ser muy claro: nada más valioso –en todos los sentidos–, que su propia gente.
“La Asociación México Americana (AMA) nace de la certeza que en los últimos 20 años ofrece la figura legal de la doble nacionalidad. Viene también del avanzado proceso de integración de millones de inmigrantes que durante más de medio siglo han construido en el norte su nueva patria; la inmensa mayoría, sin perder sus profundas raíces de identidad, sus mejores tradiciones y sus profundos vínculos con sus lugares de origen”.
Además de defender los valores humanos fundamentales de todas las personas, reconocer las grandes contribuciones de los migrantes a la prosperidad económica en ambos países y valorar la enorme riqueza cultural de ambas naciones, AMA comienza a trabajar –sus primeros encuentros ocurrieron hace unos días en las ciudades de Dallas y Los Angeles–, con la convicción de que la comunicación directa –sea física o digital–, entre nuestra propia gente, es la mejor manera de fortalecer nuestras posiciones. Por ello, se organizan ya las primeras reuniones regionales para consolidar agendas concretas de cada comunidad.
Sin pelearse, pero sin casarse, con las autoridades de los dos países, AMA busca sumarse al amplio movimiento social que incluye a los jóvenes hoy perseguidos por el poder central, a las familias Americanas rotas por las deportaciones, los sectores más progresistas de la sociedad y de la economía para, realmente, Make America Great Again.