En un contexto muy cercano a la profética idea de que Paris arde, la capital de Francia fue el escenario perfecto para el acuerdo climático más importante de nuestro tiempo. La llamada COP21, donde tras dos semanas de, 196 países alcanzaron un pacto que intentará limitar el aumento de las temperaturas del planeta en menos de 2 grados centígrados.
Y si geológicamente el planeta vive en un periodo interglaciar –la última gran ola fría es de hace unos 11,700 años, el calentamiento global que la actividad humana ha provocado ha generado un cambio climático en el que en las regiones polares los glaciares se derroten a pasos agigantados, mientras en algunos otras el invierno es más crudo y sus efectos más devastadores.
Los paisajes helados, tan celebrados por los niños de escuela, son parte de la nueva realidad para muchos inmigrantes que conocen este clima y muchas veces un problema mayor de tráfico y transporte. Si bien es cierto aquello de que “no hay mal clima, sino gente mal preparada para el clima”, la temporada invernal suele ser un desafío importante para realizar buena parte de nuestras actividades cotidianas.
Sin embargo, sobre todo con las primeras nieves, el encanto de la naturaleza blanca compensa de buena manera muchas de las complicaciones de la temporada. Después de todo, aunque en Navidad apenas comienza el invierno, su encanto y calor humano, bien podría permitirnos sobrevivir hasta el periodo de hibernación hasta el resurgimiento de la vida que la primavera representa.
