“Es nuestra música clásica. José Agustín lo definió en los 60: el rock es la música clásica de nuestros tiempos. Tiene razón, cincuenta años después todo mundo celebra El Sargento Pimienta, The Days of Future Past de Moody Blues, a sus Satánicas Majestades los Rolling Stones y a Jim Morrison. Es con la música que crecimos. Hay gente que le gusta lo que se llama la música clásica, pero para nosotros es ésta y The Doors es una parte muy importante de ese momento”.
Así describe Carlos Arturo Flores Villela, investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) y Maestro en Historia del Arte, al ser cuestionado sobre la importancia de Jim Morrison y su trabajo con The Doors al acercarse la conmemoración de los cincuenta años de la muerte del compositor, poeta y cineasta ocasional el próximo 3 de julio.
James Douglas Morrison nació el 8 de diciembre de 1943 en Melbourne, Florida, y desde muy pequeño mostró un interés particular por la poesía y la filosofía. Estudió cine a inicio de los 60 en la Universidad de California (UCLA, por sus siglas en inglés), donde realizó algunos cortometrajes que no consiguieron mucha trascendencia. Su interés por la poesía y la música (junto a su experiencia con el LSD) lo llevaron a iniciar durante el verano de 1965 un grupo musical con un compañero de la UCLA, Ray Manzarek, que llamaron The Doors, en referencia al libro The Doors of Perception, de Aldous Huxley.
Impacto inmediato
“Ya desde el nombre de la banda, The Doors, se antojaba como una banda perfecta para una época de cambio, de experimentación con las drogas psicodélicas, de un sentimiento anti establishment, del movimiento de la juventud”, apuntó en entrevista Eric Ortíz, crítico cultural y docente de la FES Aragón.
“En el documental When You’re Strange, escrito y dirigido por Tom DiCillo –un director indie infravalorado–, hay una mención de cómo para el inicio de los años setenta, los de Nixon, la idea del cambio en Estados Unidos estaba sepultada, el movimiento de los jóvenes no iba a regresar. Si bien fue corto, el sentimiento fue tan genuino que alimentó la conciencia de toda una generación. Algo similar se puede decir de la banda, solo 6 años estuvieron juntos (la formación original de 1965-1971), aún así dejaron huella, su influencia es invaluable.”, añadió Ortiz.
Es un sentimiento que comparte el maestro Flores Villela del CEIICH: “es parte de todo ese movimiento cultural que vive el mundo en los 60, su punto álgido fueron las manifestaciones estudiantiles del 68. Llegan Los Doors con un poeta como letrista y se vuelve muy interesante lo que hacen. El acompañamiento musical de sus poemas es maravilloso. Esa década de los 60 es una maravilla en términos de la música, la cultura, la contracultura, el cine mismo. Incluso en Latinoamérica surge el Boom, con las novelas de García Márquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, etc.”
Las cifras confirman la influencia de Jim Morrison y The Doors. De acuerdo con la Recording Industry Association of America (RIAA): a lo largo de su historia la agrupación ha vendido más de 30 millones de discos en Estados Unidos (los cuáles han sido reeditados en diversos formatos) y más de 100 millones alrededor del mundo.
“Todos los músicos actuales tienen atrás referentes, cercanos o lejanos, nadie viene de la nada o es extraterrestre. Todos tienen un bagaje. Para algunos The Doors son lo máximo, para otros es Zappa o The Beatles. Los que retoman a Jim Morrison como inspiración seguirán existiendo, mientras su música se escuche. Más ahora que se tiene la ventaja de que todo está en internet”, afirmó Flores Villela.
No trabajó solo
“Los que retoman a The Doors es por la poesía de Morrison, aunque no es el único. Por ejemplo, uno de sus grandes éxitos, Light My Fire, es completamente una canción de Robby Krieger, no hay letra o algo por el estilo de Jim Morrison. Ellos dos eran los compositores principales, Morrison y Krieger. En la música le entraban Ray Manzarek y John Densmore, combinaban muy bien”, complementó uno de los coordinadores del libro John Lennon: Un humanista subversivo.
Por su parte, Eric Ortíz cuestionó: “Son un complemento, y dado que para mucha gente The Doors suele ser sinónimo exclusivamente de Morrison, creo que la pregunta sería al revés: ¿existe Manzarek, Krieger y Densmore sin Morrison? Lo intentaron y no sucedió gran cosa con los álbumes subsecuentes, sin embargo, en retrospectiva encuentras grandes canciones como “Ship with Sails”, la cual de haber sido cantada por Morrison hubiera sido otro clásico seguramente. Tres músicos brillantes, no olvidemos tampoco que fue Krieger quien compuso la letra de varios hits de la banda”.
“Morrison, por su parte, era el único rock star genuino, un mezcla entre poeta y showman: atractivo, peligroso, gradualmente consumido por sus adicciones. Ahí hay una paradoja: Morrison como lo conocemos no hubiera existido sin la influencia de las drogas, pero sin esas drogas, en particular el alcohol, quizá seguiría con vida”.
“La misma naturaleza inusual de la banda hace que su música no se sienta sólo de alguna época, más allá de que toda la esencia de la banda sí sea producto de un tiempo en específico (The Doors, como Creedence, siempre serán ligados a Vietnam, por ejemplo). Honestamente no me parece que haya una mejor banda de rock en la actualidad, o en los últimos 20 años, que The Doors. Ni que Led Zeppelin, ni mejor guitarrista que Jimi Hendrix. A veces pensamos que mirar atrás es nostalgia por lo no vivido, pero el rock llegó a un punto cumbre en los años sesenta y setenta”, agregó.
¿Cómo iniciarse?
El maestro Carlos Arturo Flores Villela refirió que las nuevas generaciones la tienen más sencilla cuando se trata de adentrarse en la obra de Jim Morrison y The Doors porque cuando la banda apareció “había que ahorrar para comprar los discos, hacer chonguitos para que pasaran la canción que querías escuchar en la radio. Ahora sólo tienes que entrar a internet y buscar la canción, ¡pum, ahí la tienes! A ese nivel, las nuevas generaciones tienen un universo impresionante en todos los sentidos, obras de arte, música, libros. Es tanto que no hay forma de abarcarlo todo”.
Por ello recomendó iniciarse con “The End, me fascina en todas sus versiones, tiene una en vivo que es larguísima y cuando era más joven la bailaba como loco. También Soft Parade y L.A. Woman”.
Para Eric Ortíz, vale la pena darle un repaso a la película biográfica que Oliver Stone dedicó a Morrison y la banda en 1991 ya que aunque “es ‘imperfecta’ y excesiva en varios sentido, sin duda sobresale de la mayoría de las biopics por esos set pieces netamente visuales. Es un filme caracterizado por enfatizar en la locura y en la ‘autodestrucción’ de Morrison, con un Val Kilmer para el recuerdo.”
Y sugirió a los interesados seguirse con Legacy: The Absolute Best, “una compilación doble perfecta. Y, de hecho, diría que ver como complemento la película de Stone sería interesante. Por más que el documental más reciente, “When You’re Strange”, esté más apegado a la realidad, la versión de Stone es un viaje de adrenalina y una buena empapada de toda la mitología que, inevitablemente, es también esencial para una banda como esta.”
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