El conjunto de las encuestas electorales para la elección presidencial de México apuntan a que el ganador será Andrés Manuel López Obrador. Ciertamente pueden pasar eventos inesperados, o las encuestas estar equivocadas; pero las probabilidades de esto son relativamente bajas.
Para muchos este mes que resta para la elección puede ser tortuoso, si su candidato va abajo; para otros inútil, en términos del gasto de recursos públicos; y para otros el preámbulo de la celebración, si apoyan al candidato ganador.
Resulta muy importante en estas semanas restantes empujar al candidato que probablemente sea presidente, López Obrador, a que nos informe de forma muy concreta qué hará para solucionar los problemas del país. El tener la mayoría de votos no implica tener la razón, ni que sus propuestas sean superiores. En ocasiones, como en esta elección, el tema principal de voto para muchos electores no son políticas públicas, sino algo muy abstracto que podríamos denominar “el cambio”.
No abona a la certidumbre de ciudadanos (incluidos quienes apoyan a López Obrador) ni de empresas la vaguedad y ambigüedad de las propuestas de López Obrador. Resulta preocupante y absurdo que la solución a temas fundamentales de política pública sea que se consultará a la ciudadanía para saber qué hacer.
No elegimos a un presidente para que organice asambleas, el ejecutivo no es un director de logística, sino para que proponga e implemente políticas. Es especialmente grave si consideramos que López Obrador tiene alrededor de 20 años pensando en ser presidente de México, y que todavía no tenga propuestas concretas.
Y también preocupante es que en los casos en que sí presenta propuestas concretas, estas son obviamente inviables o destinadas al fracaso, y lo sabemos en buena medida porque muchas ya fueron implementadas sin éxito hace varias décadas.
Pareciera comprobarse que López Obrador es la persona que mejor diagnóstico tiene de la situación de México, pero quien tiene las peores propuestas para solucionar los problemas. Hay todavía tiempo para que López Obrador, por el bien de todos, nos demuestre lo contrario y se tome en serio el tema de gobernar, más allá de proclamas demagógicas.
El movimiento de López Obrador está generando expectativas que no podrá cumplir. Esto puede generar un fuerte descontento social, el cual puede desembocar en inestabilidad, afectando la economía y la inseguridad. Como siempre, quienes más perderán son quienes menos tienen.
López Obrador debe entender que si bien tiene por ahora un apoyo por lo que representa, una vez en el gobierno, serán los resultados los que determinarán su suerte, y mucho más importante, la del país. Los buenos resultados sólo se lograrán con políticas públicas efectivas y eficientes. Desgraciadamente, a la fecha, no sabemos cuáles serán estas.
