“Lo que encontramos ahí fue algo que nunca antes nadie había reportado, publicado o mencionado, una serie de montañas submarinas ubicadas en la placa de Cocos que se hunde y en este proceso generan mayor fricción”.
En el fondo del mar existen montes submarinos, sitios inimaginables e inexplorados, a donde la humanidad nunca ha llegado. Recientemente la UNAM examinó la zona de subducción mexicana, y por primera vez detectó una serie de montañas submarinas que podrían ser una de las causas principales de los sismos.
En la investigación realizada por el Instituto de Geografía (IG) de la UNAM, junto con otras entidades internacionales utilizando datos abiertos o públicos de batimetría del sitio, se detectó una serie de montes submarinos y mesetas ubicadas desde aproximadamente 22 kilómetros de distancia de la costa de Guerrero y más allá de la zona de subducción ubicada a 50 kilómetros.
María Teresa Ramírez Herrera, académica investigadora del laboratorio de Tsunamis y Paleosismología del IG, explicó en entrevista para UNAM Global que se enfocaron en la zona frente a Guerrero (entre Acapulco y Petatlán), porque no ha ocurrido un sismo en esta zona desde el evento de 1911, conocida como la brecha sísmica de Guerrero.
“Lo que encontramos ahí fue algo que nunca antes nadie había reportado, publicado o mencionado, una serie de montañas submarinas ubicadas en la placa de Cocos que se hunde y en este proceso generan mayor fricción”.
De hecho, se ha observado que en otras partes del mundo como Japón, Costa Rica o Java la subducción de montañas submarinas ha generado sismicidad. Por ejemplo, en Japón creó un evento con magnitud de 7.9 grados que fue asociado a la subducción del monte submarino.
La investigación
Los resultados de esta investigación se publicaron en la revista Journal of South American Earth Sciences, en donde se narra cómo a través de la barimetría (que es como estudiar la topografía en el fondo submarino) detectaron una serie de fallas y formas de relieve en la zona. “Incluso creamos una nueva terminología para nombrarlos”, añadió la académica universitaria.
“Ahora sabemos que al sacudirse el fondo oceánico surge una deformación y todo el cuerpo de agua se mueve, y esto significa que existe una asociación directa con los tsunamis”.
¿Se conocen las características?
Para conocer la edad y demás rasgos se tendría que perforar el fondo marino, recolectar sedimentos y detectar las características de los estratos que indicarían la edad, además de identificar si han ocurrido sismos pasados y tsunamis, que están asociados a estos eventos. “Quizás podríamos detectar la recurrencia de estos eventos”.
De hecho, “planteamos una propuesta para que con el buque Puma de la UNAM podamos colectar estos núcleos frente a la costa de Guerrero y contestar estas preguntas”.
Para María Teresa Ramírez, la importancia de este tipo de análisis no sólo es científica sino también social, porque al conocer lo ocurrido en el fondo submarino quizás se podría entender con qué frecuencia acontecen los sismos mayores de 7 grados, aquellos que dejan huella en los sedimentos, y no sólo aquellos asociados a montes submarinos, sino también los generados por la subducción, y así las autoridades serían capaces de tomar las decisiones correctas.
“No se debe de minimizar el riesgo, debemos estar atentos y realizar más estudios para estar preparados”.