Fernando Guzmán Aguilar
· La picadura del mosquito común doméstico es más frecuente en piel sensible o en personas con dermatitis atópica.
· Rascarse por la sensación de picor puede derivar en una infección secundaria bacteriana.
· Untarse ajo en la picadura puede generar una reacción alérgica
¿Sabías que el zancudo, que te zumba en el oído y pica, no es mosquito sino “mosquita”?
El macho no pica, y se alimenta de néctar de las flores. La hembra se nutre principalmente de sangre para producir sus huevos. Ella es un insecto hematófago que para perpetuar la especie necesita la proteína que contiene la sangre de mamíferos como el ser humano.
A diferencia del macho, está como “diseñada” para extraer la sangre al picar. Tiene una trompa (probóscide) que contiene seis agujas. Dos son dentadas y perforan la piel. Dos más actúan como mandíbulas para separar la piel. Otra, el labro, detecta vasos sanguíneos. Y la sexta, la hipofaringe, inocula saliva que lleva anticoagulantes para que la sangre fluya fácilmente y la ingesta sea rápida.
Entre saliva y sangre
Ya describimos el intercambio de saliva y sangre entre el mosquito común doméstico (Culex pipiens) y el ser humano, pero ¿qué pasa después?
Aparece un prurigo: se hincha el párpado picado, se hace un verdugón o una “montaña” en la piel, dice la dermatóloga Rosa María Ponce, académica de la UNAM.
El prurigo es una respuesta acelerada a la picadura del insecto, mejor dicho, a su baba o saliva, que contiene sustancias que causan esa sensación de picor en la piel.
Los prurigos, apunta Ponce, dermatóloga del Hospital General de México, son más comunes en personas con dermatitis atópica (picazón, hinchazón y enrojecimiento o salpullido). También esa respuesta anómala es más frecuente en piel sensible y delicada.
La sensación de picor nos lleva a rascarnos, lo cual puede derivar en una infección secundaria bacteriana llamada impétigo. Aplicar una crema o tópico no adecuado puede generar una reacción química o dermatitis por contacto.
Ponce recomienda tampoco usar remedios caseros. Por ejemplo, untarse cítricos o ajo “es riesgoso por la reacción con la luz”. Puede generar una reacción alérgica exagerada denominada fotosensibilidad.
Dónde pican más
En adolescentes y jóvenes, en fines de semana o cuando vacacionan y andan en pantaloncillos y blusas cortas por ríos o en la playa, asoleados o con quemaduras solares, las zonas del cuerpo más afectadas por picaduras son el rostro, los brazos y las piernas.
Por otro lado, en los bebés la inflamación por piquete de mosquito más aparatosa se presenta en las axilas o en la ingle, por “dermatitis del pañal”.
La doctora Ponce añade que la inflamación por piquete de mosquito puede extenderse y derivar en una infección secundaria bacteriana llamada impétigo, en casos de dermatitis atópica. Cuando esta infección no se detecta a tiempo, puede progresar y dañar los riñones, por formación de toxinas de las bacterias, y la persona requiere hospitalización.
Previsión contra piquetes
¿Qué hacer para evitar las picaduras de insectos o mitigar el daño que causan en vacacionistas o excursionistas? La dermatóloga Ponce recomienda:
- Llevar en un botiquín cremas desinflamantes y emolientes.
- No exponerse al sol.
- No utilizar ropa con colores llamativos, porque atrae a los insectos.
- Si uno visita lugares selváticos, colocarse repelente de insectos. Como su protección es temporal, volver a aplicarlo, incluso en el cabello y encima de la ropa, ya que la picadura de algunos insectos traspasa la prenda.
- Si la persona no es alérgica, ingerir, de manera preventiva, vitamina B12 y vitamina C. Si ya fue picada, tomar antihistamínicos orales, como tratamiento específico.
Finalmente, Ponce recuerda que algunos mosquitos son vectores o transmisores de enfermedades graves. Con su picadura pueden infectar al ser humano de malaria, virus del Nilo Occidental, chikungunya, fiebre amarilla, zika y dengue, entre otras.
Según el World Mosquito Program, alrededor de 390 millones de personas se infectan cada año con el dengue, y cientos de miles se ven afectadas por el zika, el chikungunya y la fiebre amarilla.
En México —con base en datos de dicho programa— las enfermedades transmitidas por los mosquitos son una creciente amenaza para las comunidades locales. Han ocurrido una serie de brotes de dengue a gran escala en los últimos años, y se espera que los índices de infección se incrementen en un 40% en los próximos 50 años. También el número de casos de zika se incrementó a gran velocidad, luego de un brote de enfermedades transmitidas por mosquito a nivel mundial en 2015.
Por eso, advierte la doctora Rosa María Ponce, en temporadas de calor e independientemente de la especie de mosquito con la que podemos tener contacto (en las ciudades se reproducen en botes con agua o charcos), debemos estar siempre alertas.