Sandra Delgado / Frank Medina
- Los individuos con pérdida auditiva se valen de elementos visuales o de vibraciones para disfrutar de este arte e incluso para tocar algún instrumento, explica Coral Guerrero, académica de la FaM de la UNAM
“Así como las personas oyentes no son iguales, los sordos tampoco. Ellos experimentan la música de manera distinta; lo que tienen en común es que la perciben a través de otras vías, como los elementos visuales. Cada uno los integra de acuerdo con su percepción y, a partir de ahí, se puede interpretar lo que pasa en el exterior”, indica Coral Italú Guerrero Arenas, del posgrado de la Facultad de Música de la UNAM.
Se dice que alguien sufre pérdida auditiva cuando no es capaz de oír tan bien como un sujeto cuyo umbral de audición en ambos oídos es igual o mayor a 20 decibeles. La pérdida de este sentido puede ser leve, moderada, grave o profunda.
Para disfrutar la música no hace falta escucharla, pues la universitaria asegura que existen tres maneras en las que los sordos la experimentan: a través de elementos visuales, porque cuando ésta se hace hay toda una gama de expresiones corporales; mediante vibraciones, ya que debido a los huesos el cuerpo es una caja resonadora capaz de captar el pulso musical.
“En ocasiones las personas llegan a poner una mano sobre la bocina y dependiendo de cómo vibra perciben si se trata de una cumbia, rock o música clásica. Y la tercera es a través de la interpretación en lengua de señas, que para ello hay gente que se especializa”, afirma.
Tal es el caso de Alejandro González Rodríguez, mejor conocido como Owen, un individuo sordo de 27 años y profesor en una academia de música. Su falta de audición está relacionada con un gen que heredó de su papá, por lo que tuvo que usar por varios años un dispositivo en el oído que a él no le gustaba.
“Doy gracias a mi familia y amigos que siempre me apoyaron, pues hubo quienes me molestaban por mi condición y me discriminaban. Yo en cambio me enfoqué en lo que me apasionaba: la música. Me gusta bailar, cantar y tocar la guitarra porque siento que todo retumba, cómo mi cuerpo se conecta con las vibraciones”.
Owen recuerda que un amigo le presentó a “Emily”, una joven que cantaba en lengua de señas y a él le llamó la atención porque al hacerlo se expresaba con todo su cuerpo, así que él también aprendió a interpretar canciones para sordos. Y ahora ha sido ganador de varios concursos en este ámbito.
“A través del ritmo y las vibraciones es como pueden distinguir el género musical. Hay personas sordas que son bailarines y se dejan llevar por las estructuras rítmicas implícitas en la música. Igualmente, quienes son músicos llegan a tener una retroalimentación visual al tocar un instrumento, como la guitarra”, puntualiza Guerrero Arenas.
Y agrega que para que este sector de la población pudiera disfrutar de la música en vivo, antes se colocaba una seña para indicar que había comenzado el concierto. Afortunadamente esto ha cambiado porque hoy ya se les invita a vivir toda una experiencia inmersiva mediante el uso de la tecnología como chalecos vibrotáctiles y elementos visuales como luces de colores, pantallas de televisión e intérpretes en lengua de señas.
Cultura de la inclusión
Cada 23 de septiembre se conmemora el Día Internacional de las Lenguas de Señas, el cual es una oportunidad para apoyar y proteger la identidad lingüística y diversidad cultural de todas las personas sordas. Éstas son idiomas naturales estructurados de manera distinta a las lenguas habladas.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, más del cinco por ciento de la población mundial vive una pérdida de audición y requiere rehabilitación. Para 2050 está previsto que haya casi dos mil 500 millones de humanos con algún grado de merma auditiva y que al menos 700 millones requieran rehabilitación.
“Así como aprendemos idiomas como el inglés o el francés, también podríamos estudiar lengua de señas; eso es inclusión. A veces creemos que los sordos deben integrarse a nosotros, pero todos compartimos el mismo espacio y por ello, es necesario romper barreras comunicativas y culturales para convivir amablemente”, señala Coral Guerrero.
La educación en México es complicada para estas personas, menciona, pues el acceso a los niveles superiores, como preparatoria y universidad, son escasos por la brecha cultural existente. Por ello se necesitan más intérpretes de lengua de señas que puedan ayudar a este sector a cumplir sus metas profesionales. “Los profesores podrían capacitarse para recibir cualquier tipo de estudiante, ayudarles y no dejar que quienes no oyen lo resuelvan todo por su cuenta. Somos una sociedad y convivimos como tal, entonces tendríamos que participar más en estas cuestiones de inclusión educativa”, destaca la universitaria.