Si la entrada de Fidel Castro a La Habana en enero de 1959 cambió la historia de Cuba, la visita de Barack Obama a la isla es también un hecho digno de recordarse. Primer Presidente de Estados Unidos en visitar la isla en 88 años , Obama se paseó por la Habana Vieja, paso revista a las tropas castristas, se entrevistó con líderes de la resistencia al régimen y fue a lucirse en un juego de beisbol.
En un momento en que los gobiernos de izquierda en América Latina sufren por la caída de los precios de las materias primas en el mundo y sus propios excesos (corrupción), la visita de Obama cerró efectivamente el último capitulo de la Guerra Fría en esta región del mundo.
En una apuesta a la magia de su carisma personal, Obama construye su legado e intenta proyectarse como la figura referencial de las fuerzas progresistas del mundo. Y, por supuesto, se deje tomar la foto frente a la imagen del Ché Guevara.
Mientras tanto, en su casa, probablemente en cama, Fidel fue mudo testigo de cómo Obama le decía al pueblo cubano que no tienen nada que temerle a Estados Unidos.
