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Péptidos bioactivos, ¿Qué son?

Por Alfonso Totosaus

Alguna vez hemos escuchado de complementos alimenticios, como la carnitina, la cual la podemos encontrar en frasquitos que se venden en esas tiendas especializadas de nutrición. Algunos de estos complementos dicen contener aminoácidos u otros compuestos bioactivos. Pero, ¿Qué son estos compuestos bioactivos, como la carnitina? ¿No están disponibles de manera natural y más económica?

Vamos por partes. Primero, la famosa carnitina es un péptido, es decir, una proteína chiquita. También algunos de esos complementos claman tener aminoácidos, que son parte de las proteínas. Y segundo, la mejor fuente de péptidos bioactivos son los alimentos. Ya hemos hablado aquí de las proteínas, de su importancia tanto nutricional como tecno-funcional, ya que las proteínas cambian durante el procesamiento y sirven para formar la estructura del alimento, la cual retiene agua y da la textura característica al mismo.

Estas proteínas pueden y son degradadas por otros compuestos naturales, las enzimas. Estas enzimas son compuestos que rompen a las proteínas en unidades más pequeñas, llamadas péptidos, que son grupos de aminoácidos (unidad básica de las proteínas). Este rompimiento de las proteínas puede ser un proceso natural, como en la maduración de la carne (se hace más blanda y sabrosa si la dejamos más tiempo en el refrigerador, sin llegar a que se pudra y se ponga verde. Durante este periodo la carne se hace más suave y tienen un olor más penetrante, resultado del rompimiento de las proteínas). Sin embargo, el proceso de rompimiento de las proteínas más importante es en el proceso de digestión, ya que los aminoácidos y péptidos los utiliza el organismo para muchas funciones importantes.

En el estomago hay enzimas especializadas en romper proteínas. La digestión comienza en la boca, cuando empezamos a masticar los alimentos. Aquí hay otro tipo de enzimas, pero estas se dedican a empezar a desbaratar a los carbohidratos (pan, pastas, harinas). La masticación rompe la estructura de los alimentos para facilitar su digestión en la panza, esto es, que los componentes de los alimentos puedan ser absorbidos y utilizados. Al llegar al estomago, una enzima llamada pepsina es la primera en actuar sobre las proteínas. Conforme avanza la comida en el tracto gastro-intestinal, las enzimas pancreáticas actúan sobre lo que queda de las proteínas, para darles un repasón final con las peptidasas. Aquí de las proteínas solo quedan péptidos pequeños o aminoácidos, que son absorbidos al sistema circulatorio.

Entonces, cualquier alimento que contenga proteína (leche y productos lácteos, carne y productos cárnicos, cereales como el trigo y derivados, maíz, centeno, arroz, avena, oleaginosas como el girasol, cacahuate, y leguminosas como frijol, garbanzo, lentejas), son, teóricamente, fuente de péptidos bioactivos. Aquí debemos considerar el caso particular con respecto a problemas de digestión. Incluso el gastroenterólogo puede recomendar el consumo de enzimas digestivas, o pancreáticas, cuando se presentan problemas de digestión, y esto no es más q para ayudar a la hidrólisis de las proteínas. Aunque también se puede recurrir a fuentes naturales de enzimas, como la papaya que contiene papaína, o el higo que contienen ficina. Las bondades atribuidas a los péptidos bioactivos son como compuestos anti-oxidantes (como aquellos presentes en las cáscaras de frutas), los cuales ayudan a combatir efectos del estrés. También se dice que tienen actividad antimicrobiana, ayudando a combatir infecciones.

Pero las propiedades más importantes son sus efectos antitrombótico (igual que los ácidos omega 3), inmunomodulatorio, hipocolesterolémico, y opiáceo (analgésicos, como los que tomaba el Dr. House). De esta manera, los péptidos bioactivos han cobrado importancia en el tratamiento de muchos padecimientos, donde la dieta adecuada junto con la correcta digestión debería ser un factor atenuante a estas enfermedades que pueden ser graves como las del corazón. Probablemente lo mejor sea, junto con una buena alimentación, tomarse el tiempo de masticar y ayudar a la digestión de los alimentos, para que así las bondades de la alimentación no necesiten de enzimas extras o complementos.

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