Fabiola Méndez / Erik Hubbard
La Unidad Canina de Búsqueda y Rescate de Personas, de la Dirección General de Análisis, Protección y Seguridad Universitaria (DGAPSU) de la UNAM, fue creado en 1986 por iniciativa de veterinarios universitarios a raíz de los sismos de 1985.
En 2017 años entre el escombro y la tristeza, sus ladridos fueron de esperanza, son héroes de olfato, de corazón, de cuatro patas y son universitarios. Ellos trabajaron día y noche en medio del desastre por el sismo del 19 de septiembre de 2017, se trata de los caninos se la jugaron para salvar la vida de las personas. Entre ellos, estuvieron Baco y Gala dos pastor belga que integran la Unidad Canina de Búsqueda y Rescate de Personas, grupo que pertenece a la Dirección General de Análisis, Protección y Seguridad Universitaria (DGAPSU) de la UNAM.
Este grupo fue creado en la Universidad en 1986 por iniciativa de veterinarios universitarios a raíz de los sismos de 1985, ante la carencia de equipo especializado para atender y ayudar a personas atrapadas en escombros, “nace del requerimiento de ver que vinieron equipos caninos de otros países como Estados Unidos, Canadá, Suiza y Francia a apoyarnos, vieron que era eficiente, al principio se tenían carencias técnicas, pero se empezó a avanzar y la universidad inicio con esos primeros pasos”, relató Julio Alejandro Velázquez Rodríguez, coordinador de la Unidad Canina.
Actualmente la unidad K9 de la UNAM cuenta con 30 binomios, en su mayoría miembros de la comunidad universitaria y algunos externos, de acuerdo con Julio Velázquez, se puede iniciar a formar a un perro para esta labor desde cachorro, para que tenga varios años de vida operativa después de su certificación.
A las pocas semanas de nacido se puede iniciar estimulando sus patitas con toallitas de agua tibia, para continuar haciendo lo mismo en sus orejas y cola, el tiempo de estimulación es de unos pocos segundos para después regresarlos con su mamá. Posteriormente iniciar con algunos obstáculos y que pase por zonas obscuras o húmedas.
Los perros de búsqueda y rescate de la UNAM se entrenan para detectar personas que se encuentran atrapados bajo los escombros de edificios colapsados. En este lugar se capacita a voluntarios, quienes en su mayoría son estudiantes universitarios y sus perros para formarlos como equipos especializados en detección de personas atrapadas.
De las habilidades que van adquiriendo están el desarrollo de destrezas físicas para los humanos en uso de equipo de ascenso y descenso, para realizar primeros auxilios caninos y humanos, hacer navegación terrestre, manejar mapas, brújulas, GPS para poder desenvolverse de la mejor forma en ambientes austeros. Los caninos son entrenados para, mediante el olfato, buscar, localizar e indicar a su guía, a través de un ladrido o algún otro comportamiento cuando una persona se encuentre atrapada entre los escombros, “lo que el perro detecta es la concentración del CO2, su olfato es cincuenta veces más sensible que el nuestro”, explicó Julio Velázquez.
Los binomios universitarios
Con 13 años de edad, Baco y Gala son los veteranos del grupo, han ayudado a rescatar personas en México en los sismos de 2017, las explosiones de la Torre de Pemex en 2013, el hospital de Cuajimalpa en 2014 y el deslave del cerro del Chiquihuite en 2021. Aunque también apoyaron en la emergencia por el tsunami de 2011 en Japón.
La labor que realizan es imprescindible y, de hecho, los perros no solamente se dedican a detectar los puntos donde hay aroma de personas, ellos también hacen despeje de zonas, “significa que metes al perro al sitio para verificar que efectivamente ya no haya alguien ahí y se puede empezar con la limpieza con la maquinaria”, explicó Julio.
A pesar de su edad estos peludos no le tienen miedo ni a las alturas, entrenan cada sábado de las 8 a las 21 horas, entre escombros, llantas, torres y bajadas de rapel estos caninos se preparan para ayudar, la mayoría son voluntarios que pertenecen a la comunidad universitaria de las facultades de Ciencias Políticas, Ingeniería y otras dependencias de la UNAM, pero también hay miembros del Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Autónoma de Metropolitana.
Su lugar de entrenamiento a simple vista parece un tiradero de cascajo, pero no es así, ya que cuenta con un túnel de 50 metros de longitud con cinco módulos de aproximadamente un metro de diámetro donde cabe 1 persona y así poder recrear la ayuda de las víctimas bajo tierra. Asimismo, se cuenta con la experiencia necesaria para simular que el rescatado tuvo una afectación física, por tanto, se lleva a cabo su estabilización y, de esta manera, se reproduce lo que sucede en la realidad.
Con ese entrenamiento no solo se visualiza el trabajo de los perros, sino también de los que trabajan dentro de las estructuras, “aquí se han hecho simulacros y el espacio universitario ha servido para capacitar a otros equipos de protección civil y de bomberos”, relató Julio.
En ese sentido, comentó que alrededor del 80 por ciento de las unidades caninas del país han visitado el simulador de la UNAM para hacer más eficientes sus capacidades de rescate, entre esos equipos están: la Guardia Nacional, la Secretaría de la Defensa Nacional, de la Secretaria de Marina, el equipo del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas de la Ciudad de México y distintos grupos de la Cruz Roja Mexicana.
El tiempo promedio para entrenar a un perro para búsqueda y rescate de personas es de dos años, pero para salir a operar necesita una certificación externa de la Organización Internacional de Perros de Rescate (IRO), título que solo tienen los binomios de la UNAM.
La IRO es una red mundial de más de 115 organizaciones y 40 países bajo el aval de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y se especializa en temas de búsqueda y rescate con perros. Esta certificación califica las habilidades del trabajo de rastreo, trabajo de escombros, así como la obediencia y la destreza de los perros. “Somos el primer equipo que sigue el protocolo internacional para certificar y el único que tiene el aval para organizar pruebas en el país. Estamos en un nivel de aspirantes a obtener certificación internacional”, resaltó Velázquez Rodríguez.
Baco y Gala
En estos 13 años Julio Velázquez ha sido el manejador de Baco y Gala, relata que a pesar de que fueron entrenados de la misma manera no cuentan con las mismas habilidades, “tienen la misma edad, pero no son hermanos” a cado uno los lleva a lugares específicos, “en lugares pequeños y muy limitados en cuanto a control, Baco es el indicado ya que se fija mucho en las indicaciones que le doy”, relata el entrenador. Mientras que Gala lo hace en lugares abiertos.
Baco y gala están siempre dispuestos ayudar, pero también lo están Foxi, Drusso, Mali y Hueso, un perro rescatado de la calle. Cada uno con características y aptitudes distintas han ayudado a rescatar personas, por lo que literalmente, dejan su huella a donde van, “la población afectada se siente reconfortada cuando llegan los equipos caninos”, aseguró Julio Velázquez.
Y es que no solo son compañeros de viajes, de acuerdo con Velázquez Rodríguez los caninos cumplen un rol de apoyo social, de apoyo a la psique de las personas, “cuando tú llegas con el perro la gente se siente apoyada y llegas con el logotipo de la Universidad se abren las puertas”, afirmó. En ese contexto, uno de los objetivos de la Unidad K9 de la UNAM es tener la mayor cantidad posible de perros certificados en todo el país y expandir las posibilidades que tienen la Universidad como misión de difundir lo que hacen en este tema, “lo más importante que tiene el perro para dar es la posibilidad de ayudar a un ser humano para localizar a otro debajo de los escombros, lo que también amplia los vínculos que se forman entre nosotros”.