Fernando Guzmán Aguilar / Myriam Nuñez
No todas son tiñas, también hay síndromes especiales, distrofias, trastornos de la queratización, atrofias, deformaciones, pérdida de uñas, y por la edad puede haber engrosamiento con crecimiento tipo cuerno, y otras alteraciones en su arquitectura
En las enfermedades de las uñas, no todas son tiñas, que las tiñen de negro o de amarillo. Otras anomalías en ese anexo cutáneo pueden ser un “marcador de enfermedad renal o de los pulmones”.
¿No todas son onicomicosis? Rosa María Ponce Olivera, dermatóloga y profesora de la Facultad de Medicina de la UNAM, se echa ese trompo a la uña con el siguiente hilo de palabras:
De las tiñas, el agente etiológico más común es el hongo Trichophyton rubrum, aunque también hay levaduras que cambian la forma original, la coloración y la textura de las uñas.
Hay uñas que pierden su trasparencia y se tornan amarillentas, negras o blancas. Otras, se ven porosas, con estrías longitudinales o transversales, y están deshechas o pulverizadas.
Mohos muy raros, con prevalencia baja pero muy difíciles de tratar, son Penicillium y Fusarium. Hay hongos que pigmentan más, como el Aspergillus niger, que deja un color oscuro.
Los hongos-levadura, como la Candida, que prolifera en ambientes húmedos, es común que infecte a personas que “todo el tiempo tienen las manos húmedas”, como las amas de casa, trabajadores de la salud y panaderos.
Textura de dedal
La leuconiquia o uñas blancas es un síndrome especial: lo blanco superficial de las diez o las veinte uñas está asociado a la infección por VIH. No distrofia las uñas, no las hace gruesas, simplemente están todas blancas. En otro tipo de leuconiquia, aparecen puntitos blancos, que pueden ser causado por un traumatismo ligero.
La traquioniquia, otra afección en la arquitectura de la uña que no es causada por hongos, afecta a niños y adultos. Las uñas de las manos y los pies se ven “como si se hubieran lijado”.
En pacientes con psoriasis y alopecia areata, las uñas presentan “una textura de dedal”, como si hubiesen sido perforadas por un alfiler.
En la psoriasis ungueal también se presenta la onicólisis y mancha de aceite: las uñas se desprenden porque no están adheridas a la zona carnosa, la que contiene queratina.
Los pacientes en hemodiálisis pueden padecer onicosquisis o separación de las uñas. “Uñas mitad y mitad” (la banda blanca que es proximal o más cercana a la lúnula, no está a la mitad sino como a una distancia de casi 75 por ciento, y la banda marrón distal sólo ocupa un veinte por ciento). Se le conoce también con los epónimos: uñas de Lindsay, uñas de Mees, uñas de Terry.
Si alguien padece cianosis, porque no oxigena bien, sus uñas son color morado. Las uñas amarillas son un síndrome específico asociado a daño en los pulmones (bronquiectasia) y en el hígado. Por anemia, hay uñas que se conocen como “en vidrio de reloj” y son cóncavas.
En pacientes con enfermedades del corazón o del pulmón se presenta una deformidad conocida como “dedos en palillo de tambor” o acropaquias. Hay un ensanchamiento de las puntas de los dedos, con un cambio de ángulo que forma la uña a su salida.
El síndrome de uña-rótula corresponde a una enfermedad genética que afecta los huesos y las uñas. “Las rótulas de las rodillas se dislocan con facilidad y las uñas cambian (son hipoplásicas, con depresiones y relieves)”.
En algunas enfermedades genéticas hay atrofia de las uñas, como en la epidermólisis bullosa, y la enfermedad de Darier, en la que hay poca queratinización.
Uña enterrada
En la onicocriptosis, o uña enterrada o encarnada, la uña se introduce en un área cutánea con infección bacteriana, lo que produce una reacción con sangrado, dolor e inflamación. La onicocriptosis causa mucha molestia e incapacidad.
Si es un paciente sano, y si es joven o adolescente, con un ciclo de antibióticos mejorará. Pero si tienen comorbilidades, como obesidad, diabetes e insuficiencia de la circulación, puede presentar complicaciones que incluso requieran hospitalización.
El traumatismo más común que deforma las uñas, y que puede ser transitorio, se conoce como línea de Beau. Un golpe puede interrumpir el crecimiento, causando una especie de muesca. En cada inflamación puede haber líneas acanaladas por lo que las uñas no se ven homogéneas, sino “con estos corte-interrupción-corte-interrupción de crecimiento, y algunas veces las distrofia por completo”.
Adultos mayores o personas en abandono social presentan onicogrifosis o engrosamiento de las uñas, causado por el poco corte de uñas, postración y micosis sobre agregada.
Además del engrosamiento, hay un crecimiento tipo cuerno. Coiloniquia es el nombre de las uñas con abombamiento “en vidrio de reloj” que están asociadas a anemia. A estos “dedos en palillo de tambor” o hipocratismo digital, los estadounidenses le llaman clubbing.
En los jóvenes no es común la onicomicosis, pero sí la onicofagia (comerse las uñas), la onicotilomanía (arrancarse los pellejitos de los dedos) y las líneas de Beau, sobre todo ligadas a dermatitis atópica. También leuconiquias o pequeños puntos blancos que no tienen mayores consecuencias.
La onicosquisis, o fragilidad en las uñas, pueden padecerla quienes utilizan mucho las manos, como antaño las mecanógrafas. También hay daño mecánico cuando se liman y lijan para aplicar una capa de acrílico o quitar un barniz permanente, por ejemplo, el gelish, que es un polímero muy adherente. Esta resina no se quita con un quitaesmalte convencional. Hay que remojar, lijar, tallar, “y pues sí, se lesiona” la uña.
En general, barnices y uñas postizas pueden dañar las uñas naturales si la persona es alérgica o si hay alguna infección bacteriana o micótica.