Por Oriana Ruvalcaba
Mucho se habla de la importancia de dormir bien, de que hay una crisis de falta de sueño en general en la población mundial, que está llevando a las personas a contraer una enorme variedad de enfermedades de toda índole, pero sobre todo afecciones cardiacas, obesidad y diabetes.
De hecho cuando las personas llegan al doctor a atenderse por una enfermedad crónica, que generalmente conlleva dolor de cabeza, el médico pregunta acerca de sus costumbres de sueño, y con mucha frecuencia se encuentra que no duermen suficiente y no a la misma hora, con lo que se desequilibra terriblemente el organisno, se descompensa y se desencadenan enfermedades que pueden comenzar con un trastorno del sueño.
Los trastornos del sueño son sumamente frecuentes, más de lo que las personas podrían creer, de hecho en algunos países desarrollados se han comenzado a catalogar como problemas de salud pública, por los costos que representa a la sociedad en su conjunto en gastos médicos y en pérdidas por ausentismo causado por estragos de salud, o peor aún por “presentismo”, que es la otra cara de la moneda, es decir, que los empleados se presentan en la oficina enfermos o con sueño y su nivel de productividad es sumamente bajo.
Aunque son frecuentes los trastornos del sueño, quienes los padecen no siempre están conscientes de ello. A continuación enumeramos los principales síntomas o trastornos para que usted los detecte, si alguno le parece conocido. Por su frecuencia e implicaciones clínicas, el primer trastorno del sueño es el insomnio, le sigue el síndrome de apnea e hipopnea del sueño y la somnolencia diurna excesiva.
Todos han sido muy estudiados, principalmente en la población occidental, pero su prevalencia y diferencias clínicas son mucho
menos conocidas, tanto en la población hispana de los Estados Unidos de América como en la población residente de América Latina.
Debido a la gran disparidad socioeconómica y pobre cobertura de servicios médicos, además de las costumbres culturales –los latinos son muy gregarios y tienden a reunirse mucho por las noches a platicar o ver television antes de dormir- éste grupo étnico tiene enormes desventajas en el terreno de la salud, en comparación con otros grupos poblacionales, que tienen más recursos para atenderse o saben navegar mejor en los sistemas de salud y reciben atención aún siendo minorías.
Se sabe que el proceso de migración, pone a las personas en contacto con otras culturas, otras costumbres y desde luego otros alimetos, los latinos en general gustan demasiado de los azúcares procesados, lo cuál se demuestra en sus crecientes niveles de obesidad, que conllevan, además, a padecer trastornos de sueño.
Las personas que se privan del sueño se ponen en riesgo de sufrir trastornos mentales, su salud no sólo se ve afectada por no “pasar buena noche”, su funcionamiento diurno comienza a sufrir estragos que pueden esconderse por un tiempo, pero que tarde o temprano se hacen evidentes en los lugares de trabajo, en la oficina, o en la casa, dadas las limitaciones en el funcionamiento diurno.
Desde luego una persona que no descansa y cuyo cerebro no produce Melatonina, no puede estar alerta y los riesgos de sufrir accidentes se multiplican, es por ello que este grupo poblacional está en uno de los niveles más altos en las estadísticas de accidents en el trabajo, además, desde luego, que en ocasiones carecen del equipo adecuado de protección para reaizar ciertas tareas.
La privación crónica de sueño por sí se ha asociado de manera independiente con enfermedades cardiovasculares, depresión, diabetes y obesidad, entre muchas otras. Dormir bien, es fundamental, en tiempos en que la frase “time is money” parece ser un mantra, es importante no perder la brújula, es cierto, es importante ser productivos, pero si esto implica dañar la salud, el costo es muy alto.