El uso de TikTok en tiempos de la Covid-19 ha sido terapéutico, adictivo como una droga y causa de trastornos psiquiátricos en adolescentes y jóvenes.
Sin embargo, considera Laura Barrientos Nicolás, del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, no hay que satanizar a las nuevas tecnologías, como el teléfono celular y las tabletas, a las redes sociales, como TikTok, Facebook, Twitter, YouTube o Instagram, así como a las plataformas como Zoom y a las apps.
El ser humano es un animal social. Está diseñado para vivir acompañado y no estar solo, en aislamiento. Por eso –dice la especialista en psiquiatría infantil y en adolescencia– buscamos comunicarnos.
Durante la pandemia, todas esas redes, dispositivos y plataformas digitales nos han permitido comunicarnos e interactuar con nuestros semejantes. Gracias a Zoom, por ejemplo, continúan actividades académicas como seminarios, talleres y el proceso enseñanza-aprendizaje.
Su uso, precisa la académica universitaria, también ha sido una válvula de escape.
TikTok, con sus videos cortos, es un distractor para desestresarse y divertirse, para olvidarse o evadirse de los efectos de la pandemia mortal, del aislamiento obligatorio y de la crisis económica que se acentuó.
Con 35 millones de mexicanos usuarios en 2020, TikTok fue también un medio para disminuir el dolor físico y el que ocasiona la pérdida de un ser o personaje queridos, o un vecino.
Las visualizaciones de los videos de TikTok, que presentan situaciones chuscas o divertidas, bailes, personas cantando y una gran variedad de temas que detonan el morbo, además de virales, son adictivas.
La Asociación Americana de Pediatría calcula que en promedio se utilizan siete horas diarias los dispositivos electrónicos. “Casi una jornada laboral”.
El circuito del placer
¿Por qué tanto tiempo y apego a las redes sociales, sobre todo a TikTok, que ni para ir al baño o comer se deja el celular? Porque producen placer, asegura Barrientos Nicolás.
Ver esos videos cortos de situaciones chuscas, bromas e incluso con “contenido de aprendizaje” activan el sistema de recompensa o circuito del placer, integrado y conectado por diferentes áreas del cerebro, en las cuales se libera dopamina.
La dopamina es un neurotransmisor que produce placer en el ser humano. Es placentero como comer chocolate. Así pasa con los contenidos de TikTok y otras redes sociales. Quieren seguir teniendo esa sensación de placer. Por eso los usuarios de redes sociales pueden pasarse muchas horas, lo cual tiene un efecto negativo en la salud.
En consulta clínica Barrientos Nicolás ha observado casos de ansiedad y depresión, con conatos de suicidio, asociados al uso excesivo de redes sociales y dispositivos digitales. Cuando se les trata de quitar o restringir su uso, comienzan a presentar “conductas de riesgo”.
El sistema de recompensa o circuito de placer cerebral está relacionado con las adicciones. Por eso la necesidad imperiosa de estar conectados, lo que genera episodios impulsivos que ponen en riesgo “hasta la vida misma”.
Su abuso durante la noche causa, sobre todo en adolescentes y jóvenes, alteraciones del sueño. Estamos diseñados para dormir en la noche, en la oscuridad, y estar despiertos en el día. Así que pasársela en el WhatsApp, Facebook y TikTok hasta la madrugada causa pesadillas, bruxismo (rechinar los dientes) e insomnio.
Hay quien se conecta a celulares y tabletas, pero la luz que emiten y sus contenidos propician insomnio inicial e intermedio, llamado también despertares. Ocurre este último cuando uno se despierta durante la noche para ir al baño. Mientras hacen de sus necesidades, algunos se entretienen con el celular y se les va el sueño.
El 75 por ciento de la población que ha mejorado o seguido estos hábitos y suspendido el uso de dispositivos digitales en la noche ha logrado tener un sueño reparador, afirma Barrientos Nicolás.
En resumen, TikTok “en general no es tan malo”. Pero como en todo, debe haber un equilibrio. Los extremos siempre van a ser malos.
Aunque es un distractor, reitera, puede ayudarnos, ser terapéutico. Para el grueso de la población es una válvula que “nos ayuda a liberar el estrés diario”.
Su uso, insiste, debe ser moderado para evitar alteraciones “en nuestro funcionamiento”, en la calidad del sueño y en otras áreas de nuestra vida cotidiana.
No hay que satanizar a los dispositivos y redes sociales digitales. “Tienen ventajas que nos han ayudado a seguir funcionando”. Pero, como coloquialmente se dice, todo con medida. Esa va a ser la clave.