La incapacidad de la Suprema Corte de tomar un decisión sobre las Ordenes Ejecutivas del presidente Obama en materia migratoria de noviembre del 2014 hace de las elecciones Presidenciales una fecha crucial para definir el futuro de los Latinos, y por ende, de Estados Unidos.
Con una decisión empatada 4-4, la Suprema Corte no pudo decidir sobre la validez de las Ordenes Ejecutiva del Presidente Barak Obama que darían un alivio migratorio temporal a cerca de cinco millones de nuevos Americanos, la mayoría de origen Mexicano.
Provocada por el bloqueo de la mayoría republicana en el Senado a la propuesta de la Casa Blanca para la designación la posición vacante desde febrero pasado que murió Antonin Scalia, del noveno integrante de la Suprema Corte, el fallo mantiene el limbo de ya casi 30 años que padecen los trabajadores indocumentados que viven en Estados Unidos.
Aunque frustrante, la decisión de la Corte es un poderoso refuerzo a la motivación para que la comunidad Latina –55 millones de personas, más de 23 millones de posibles votantes–, acuda a las urnas el 8 de noviembre.
Legalmente la decisión de la Suprema Corte –anunciada en un comunicado de renglón el pasado 23 de junio–, deja vigente el bloqueo de una corte Federal contra las Ordenes Ejecutivas que fortalecían el programa DACA y creaban el DAPA para incluir a los padres de millones de jóvenes que llegaron a este país cuando eran niños pequeños.
En reacción al fallo dividido de la Suprema Corte, el Presidente Obama señaló:
“Los padres fundadores concibieron a este país como un refugio para el mundo. Dándole la bienvenida a ola tras ola de inmigrantes mantuvieron al país joven, dinámico y emprendedor. Ello ha formado nuestro carácter como nación y nos ha hecho fuertes. Pero por más de dos décadas ya, y eso lo aceptan todos, nuestro sistema migratorio ha estado roto. Y el hecho de que la Suprema Corte no pudo emitir una decisión, solamente manda el sistema todavía más atrás, nos aleja aún más del país que aspiramos a ser”.
En cambio, Ken Paxton, Procurador General de Texas, y principal impulsor de los gobernadores republicanos que impugnaron judicialmente las iniciativas de Obama, celebró el empate en la Suprema Corte, como un fracaso más de los intentos del Presidente de expandir su poder al usurpar el derecho del Congreso de legislar sobre la materia.
Por cierto, el mismo Congreso que desde hace más de 10 años ha sido incapaz de aprobar la reforma integral que incluso el Presidente George W. Bush (también texano y republicano), impulsó.
Fuera del edificio de la Suprema Corte la gran mayoría de la sociedad estadounidense mantiene una posición favorable a una reforma migratoria que arreglar sus papeles a a quienes han vivido aquí por décadas contribuyendo al bienestar general del país. Ello, a pesar de la promesa de Donald Trump de deportar a los 11 millones de indocumentados que radican aquí.