Yu, un niño vietnamita que vive con su familia en el campo de refugiados de Shek Kongen Hong Kong, se levanta cada mañana para enfrentar la misma rutina y tristeza, aunque siempre con un tinte de esperanza. Mira al sol salir y contempla el amanecer junto a su amigo imaginario Johnny. Ese momento, en su mente, es de libertad. Es el momento en el cual el enorme disco de fuego barre la oscuridad.
Su familia tomó la decisión de huir de Vietnam durante la postguerra. La violencia y el caos político generaron un ambiente nefasto y una hambruna persistente, obligando a sus abuelos, sus padres y sus hermanas a tratar de escapar de su amada tierra que poco a poco se convertía en un infierno. Luego de infortunados sucesos la familia llega a Hong Kong donde pide asilo político.
Yurelata sus experiencias a los amigos de la escuela del campo de refugiados. Les cuenta sobre sus diversas experiencias durante la huida y su visión sobre la vida. Luego de varios años, la familia continúa esperando el gran día, sin saber cuándo llegará.
Este siglo 21 está siendo testigo de la mayor cantidad de desplazamientos de refugiados. Mas de 65 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a abandonar sus hogares a causa de conflictos diversos, hambre, desastres naturales y persecución política. Adicionalmente, existen más de 10 millones de personas a quienes se le ha negado la pertenencia a algún país, así como el acceso a derechos fundamentales como sanidad, educación y libertad de tránsito.
La mayoría de estos refugiados son personas que están huyendo de los mencionados conflictos y el hostigamiento. Su condición y su protección están supuestamente definidas por el derecho internacional, y no deberían ser expulsadas o devueltas a situaciones en las que sus vidas y sus libertades corran riesgo.
La agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR), creada en 1950 con el objeto de ayudar a los europeos desplazados por la Segunda Guerra mundial, tiene hoy mas trabajo que nunca. De acuerdo al más reciente informe de ACNUR, Venezuela constituyó la cuarta nacionalidad con más solicitudes de asilo durante el 2017, con unos 111.600 registros.
En estos últimos 19 años, cálculos conservadores estiman que más de 3 millones de venezolanos han salido de Venezuela. Diariamente vemos en las noticias a muchos venezolanos buscando refugio en algún país del orbe, aunque prefieran a Colombia, Perú, Brasil, Estados Unidos y España.
Esto es el reflejo de la crisis humanitaria y de derechos humanos por las que pasa esa nación suramericana. El desastre económico, moral, de seguridad, sanitario y social están a la vista, pero son negadas continuamente con tremendo caradurismo por los personeros del régimen.
Como aquel niño Yu, de la novela de Jordi Sierra i Fabra “Las Alas del Sol”, más de un niño venezolano, en algún país que no es el suyo, se estará levantando temprano cada día, esperando que la luminosidad del Sol borre lo oscuro del día anterior.