Expresión casi natural del sincretismo de los muchos Mexicos que conforman el México moderno, el culto a la Santa Muerte es la nueva aportación cultural del legendario Barrio de Tepito al mundo entero. El altar dedicado a la “Niña Blanca” es ya un fenómeno social a lo largo y ancho del país. Sobre todo en los universos de los Olvidados de la Tierra, el lumpen proletariado, los criminales callejeros, narcos encumbrados y, en general, los habitantes de la selva de asfalto.
Protectora de las causas menos nobles, especie de Virgen malévola que concede los favores más obscuros, La Santa Muerte es ya una creencia arraigada en el México de este milenio.
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