Hace 60 años, el miércoles 12 de abril de 1961, cuando aún no amanecía, Yuri Gagarin, un joven de 27 años que formaba parte del programa espacial de la entonces Unión Soviética, llegó al Cosmódromo de Baikonur, ubicado en la localidad de Tyuratam, en la provincia de Kyzylorda, Kazajistán, y se puso al mando de la nave espacial Vostok 1.
A las seis horas con siete minutos, impulsada por un poderoso cohete del mismo nombre, la Vostok 1 despegó y cobró altura. Una vez que atravesó la atmósfera terrestre y alcanzó una altitud de 315 kilómetros, comenzó a darle una vuelta a nuestro planeta, mientras Gagarin pronunciaba, admirado, su famosa frase: “La Tierra es azul…”
Así, al cabo de 108 minutos, que fue lo que duró aquel viaje, Gagarin pasó a la historia como el primer humano en orbitar la Tierra a bordo de una nave espacial.
“Ese primer viaje espacial tripulado fue en cierto sentido fascinante, pero, más allá de ser fascinante y despertar mi curiosidad –y quizás hasta el deseo de haberlo realizado yo–, como niño no tenía mucha noción de la trascendencia que implicaba para la humanidad. No fue sino tiempo después cuando pude comprender lo que significaba”, dice José Franco, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM y autor de Alunizaje, entre otros libros.
Viajes de prueba
Hay que recordar que el viaje de Gagarin alrededor de la Tierra representó la coronación de una serie de retos que se pudieron vencer con anterioridad.
Casi cuatro años antes, el 4 de octubre de 1957, en lo que fue el arranque de la llamada carrera espacial, la Unión Soviética puso en órbita el primer satélite artificial: el Sputnik 1 y, un mes después, el Sputnik 2, con la perrita Laika a bordo, para que le diera una vuelta a la Tierra, pero con todo y que se contaba con sistemas que permitían medir los signos vitales de Laika y dotarla de oxígeno, la perrita murió en el camino.
Por lo que se refiere a Estados Unidos, el 1 de febrero de 1958 puso en órbita su primer satélite artificial: el Explorer 1, y el 28 de julio de ese mismo año, urgido por lo que se conoció como “la crisis del Sputnik”, el Congreso estadounidense aprobó una ley para convertir el National Advisory Committee for Aeronautics (NACA) en la National Aeronautics and Space Administration (NASA).
“Antes del viaje de Gagarin, en 1960, los soviéticos lanzaron al espacio, en una misma misión, a las perritas Belka y Strelka, las cuales, a diferencia de Laika, sí pudieron regresar sanas y salvas a la Tierra. Durante todo un día dieron vueltas alrededor de nuestro planeta”, recuerda Franco.
Posteriormente, el 16 de junio de 1963, a bordo de la Vostok 6, viajó al espacio la primera mujer: Valentina Tereshkova, quien a lo largo de tres días le dio 48 vueltas a la Tierra, en contraste con la única vuelta que le dio Gagarin.
“El viaje de Gagarin fue la puerta de entrada a los viajes tripulados al espacio, los cuales alcanzarían su punto culminante poco más de ocho años después, el 20 de julio de 1969, con la conquista de la Luna llevada a cabo por los astronautas estadounidenses del Apolo 11 Neil Armstrong y Edwin Aldrin”, señala el investigador universitario.
Héroe nacional
Como militar, Gagarin había pasado buena parte de su vida profesional piloteando aviones. Sin duda, era el tipo de persona que se requería para un viaje con muchos peligros potenciales, pues tenía una condición física bien desarrollada y controlada, y nervios de acero. Sin embargo, él ni nadie estaba seguro de que regresaría con vida a la Tierra.
Apenas aterrizó sano y salvo, empezó a recibir innumerables títulos y reconocimientos, como el de Héroe de la Unión Soviética, la principal condecoración de su país. Y por órdenes del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, el 12 de abril del año siguiente se celebró en su honor el Día del Cosmonauta, que se sigue celebrando cada año en Rusia.
Aunque, las autoridades soviéticas le prohibieron hacer más vuelos espaciales porque temían que pudiera ocurrirle algún accidente, tras concluir un curso de entrenamiento, Gagarin obtuvo un permiso para volver a pilotar aviones.
No obstante, semanas después, el 27 de mayo de 1968, perdió la vida junto a su instructor de vuelo al estrellarse a bordo de un Mig-15 cerca de la localidad de Kirzhach.
“Para rendirle homenaje al viaje histórico que emprendió y llevó a buen término, la NASA decidió que el primer lanzamiento de un transbordador espacial, el Columbia, se efectuara el 12 de abril de 1981. Y el 25 de marzo de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 12 de abril Día Internacional de los Vuelos Espaciales Tripulados para estimular el interés de los niños y jóvenes no sólo en este tipo de viajes, sino también en la ciencia en general”, informa Franco.
CNEE
Poca gente sabe que al año siguiente del viaje de Gagarin, el gobierno mexicano creó, por decreto del entonces presidente Adolfo López Mateos, la primera agencia espacial del país: la Comisión Nacional del Espacio Exterior (CNEE), que dependía de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
“LA CNEE estuvo en funcionamiento 15 años: de 1962 a 1977, y en ese lapso se lanzaron cohetes diseñados y construidos en México. El cohete más potente fue uno que subió algo así como 125 kilómetros, o sea, una altura considerable”, afirma el investigador.
Eran cohetes balísticos, es decir, no necesitaban una infraestructura como la de Cabo Cañaveral, en Florida, para ser lanzados. Por eso se fabricó un sistema móvil de lanzamiento, que consistía en un camión que disponía de una plataforma para poner esos cohetes en posición vertical y lanzarlos.
“Desafortunadamente, la CNEE fue desmantelada en el sexenio de José López Portillo. De esta manera, tanto el talento y el esfuerzo de su personal como su infraestructura se perdieron. Si el gobierno hubiera mantenido la CNEE, México sería hoy en día una potencia competitiva en materia de vuelos espaciales… Las políticas gubernamentales de crear y luego destruir lo que se ha hecho son absurdas. En este momento, por poner otro ejemplo, el CONACyT está destruyendo no poca de la infraestructura que se generó con muchísimo esfuerzo en las décadas anteriores. Por alguna razón, el manejo político de la ciencia ha frenado el desarrollo del país”, finaliza Franco.