Tacubo es un superhéroe, pero no de cómic o película, sino uno de la vida real, pues además de pelear cada fin de semana sobre un ring —de dos a tres caídas, sin límite de tiempo—, de lunes a viernes se coloca su máscara encrestada y sale a las calles para echarse un tiro contra el bullying escolar o, como hace ahora que las escuelas están cerradas, para rifársela contra la angustia padecida por tantos niños como resultado de este confinamiento pandémico de más de un año.
“El coronavirus nos ha golpeado a todos de una forma u otra. Yo, aunque no me he contagiado, he pasado momentos complicados, y los pequeños a los que he visitado aún más. El 70 por ciento de ellos ha perdido a algún familiar por la Covid-19, la mayoría de las veces a uno de sus abuelos, y eso a su edad es algo difícil de asimilar”.
Desde que inició esta crisis sanitaria al Tacubo le han llovido mensajes sobre alumnos de primaria que atraviesan un mal rato y, por ello, tras pensar en alternativas para ayudarlos a entender una vida que les cambió de un día al otro, el luchador y su equipo diseñaron una dinámica capaz de llenar sus necesidades anímicas y mentales, pero de forma lúdica. Ésta consiste en encargarle a cada infante una serie de misiones las cuales, al completarse, harán de él (o de ella) todo un superhéroe, con traje e identidad a guardar.
“¿Y es que a quién no le gustaría tener superpoderes para enmendar lo malo?”, pregunta el luchador, quien al hablar de capacidades sobrehumanas no se refiere a ser verde y tener una gran fuerza, a volar con capa roja o a ser veloz como el rayo, sino a poseer el valor, empatía y buena voluntad para hacer de este mundo un lugar mejor.
A decir del Tacubo, la historia de todo héroe siempre es una de orígenes: Supermán sería un kriptoniano del montón si su planeta no hubiera estallado, Spiderman seguiría siendo un aburrido estudiante de química si no lo hubiera mordido una araña radioactiva y Batman llevaría una existencia frívola de millonario fatuo si un criminal no le hubiera arrebatado a sus padres al salir del cine a medianoche.
“Como podemos ver, los eventos difíciles o excepcionales siempre son un semillero de paladines y esta crisis sanitaria es las dos cosas. Por eso a nuestros campeones les pedimos crear a un superhéroe a partir de la frase: ‘Durante una pandemia que llegó a la Ciudad de México en 2020 había un niño que…’. A partir de estas palabras ellos vierten su esencia en el papel y comienzan a crear su álter ego”.
Sobre si es complicado entrenar a los pequeños para convertirlos en protectores de su comunidad el Tacubo confiesa que hizo trampa al diseñar estas intervenciones pues no les está enseñando nada a los menores que no tuvieran, pues la materia prima siempre estuvo ahí.
“Todos los niños —sea el año pasado o éste— han realizado al menos un acto heroico para hacer más llevadero el encierro. Desde antes ya eran súper, nosotros sólo venimos a mostrarles lo evidente”.
El poder de la palabra
Además de luchador, el Tacubo es comunicólogo —hizo la carrera en la UNAM— y, por lo mismo, cree en el poder de la palabra y el diálogo. Ello explica por qué, al diseñar esta intervención, tuvo el cuidado de que los niños, al crear sus personajes, le expresaran los temores, inquietudes y esperanzas que sienten por la pandemia.
“Entre lo que me refieren se repiten siempre sus ganas de volver al salón de clases, ya que si bien al principio les gustaba eso de no ir a la escuela ya comienzan a sentirse cansados de las mismas paredes y ventanas; me dicen que extrañan la hora del receso y correr por el patio. También me han contado que han llegado a sentirse frustrados y a veces hasta enojados; nosotros los ayudamos a lidiar con eso”.
Cada intervención es individual: el luchador va a la casa de los niños y regresa días después, pues la dinámica consta de dos sesiones. “Visito a estudiantes de entre siete y nueve años en cuyas escuelas estuve antes —previo acuerdo con sus padres y maestros— y, como ya me conocen su reacción hacia mí suele ser de ‘¡qué sorpresa!, ¿cómo has estado?’, como si yo fuera un viejo amigo suyo”.
Algo que ha sorprendido al Tacubo al aplicar su dinámica es lo transparentes que son los menores al dar forma a sus superhéroes, ya que por más fantásticos que sean sus relatos y bocetos, cada detalle revela mucho de ellos, como pasa con Puños de Acero, personaje ideado por un pequeño de ocho años que, agobiado por el encierro y la rutina, comenzó a tomar clases de box.
“El textito que me entregó dice: ‘Durante una pandemia que llegó a la Ciudad de México en 2020 había un niño que dejó de ir a la escuela. Al principio le gustaba pues no se levantaba temprano, pero muy pronto extrañó a sus amigos, el recreo y comenzó a sentirse triste y de malas, aunque se lo guardaba para no preocupar a su hermanita’”.
Al finalizar la intervención, los padres de Puños de Acero le comentaron al Tacubo que su hijo se sentía incómodo y que la dinámica le había ayudado a manifestar su sentir. “Lo más curioso es que su única salida a la rutina eran sus clases de box. Al revisar el dibujo de su superhéroe los tres vimos que éste tenía un antifaz, una capa y unos guantes rojos de boxeador… Le otorgó justo aquello que, para él, es un escape y un símbolo de que todo puede estar mejor”.
Para el Tacubo justo ése es el sentido de sus intervenciones, no el convertir a los niños en el siguiente Stan Lee —“lo cual no estaría mal”—, sino enseñarles a crear superhéroes para que se expresen y manifiesten aquello que les provoca malestar. “No confundamos transparencia con invisibilidad, que son muy diferentes: los niños son transparentes y sería un error no ver ver lo que nos quieren mostrar”.
Cuando la realidad supera a la ficción
Decir que el Tacubo es un superhéroe de la vida real no es exagerar: así se le llama en la cultura pop a aquellas personas que, como Fray Tormenta, Peatonito o Superbarrio, se disfrazan para proteger a los más vulnerables, buscan la mejora de sus comunidades y, desde el anonimato, impulsan acciones de fuerte impacto social.
De su vida secreta sólo sabemos que estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM y que, por ir a las escuelas para hablar de bullying, ganó el Premio al Servicio Social Gustavo Baz Prada en 2013. Lo demás es misterio, pues ni siquiera cuando le entregaron dicho reconocimiento se quitó la máscara por respeto a la mística que caracteriza a la lucha libre (de hecho, ésa fue la única vez que no se siguió el protocolo universitario y se le permitió a un galardonado plantarse con disfraz ante el rector, todo para proteger su identidad).
Sin embargo, los niños saben muy bien quién es el Tacubo, ya que donde ha realizado alguna intervención, incluso años después se sigue hablando de aquella vez que un enmascarado con cresta de gallo visitó la escuela y les enseñó que la escuela no es una jungla donde domina el más fuerte, y que la violencia sí se puede erradicar.
El año pasado, el periodista canadiense Peter Nowak entrevistó al Tacubo para su libro The Rise of Real-Life Superheroes and the Fall of Everything Else, donde el luchador explicó que al saberse con las herramientas cognitivas de un comunicador y las destrezas de un peleador del ring pensó en combinarlas para captar la atención de los menores y hacerles llegar su mensaje “pues los mexicanos, desde siempre, hemos visto a los luchadores como superhéroes de carne y hueso, y hay infinidad de películas del Santo para dar fe de ello”.
Y si hubiera dudas de cómo a veces la ficción y la realidad se parecen demasiado ahí tenemos la historia misma del Tacubo, que parece sacada de una historieta: él era un niño bajito y delgado quien a diario padecía acoso escolar hasta que comenzó a practicar lucha libre, ganó confianza y, en vez de usar sus habilidades para vengarse, las empleó para crear conciencia sobre este problema tan serio.
Un relato similar puede leerse en el Amazing Fantasy #15, de 1962, cómic donde aparece por primera vez Spiderman y en el cual vemos que Peter Parker es un cerebrito con gafas que recibe bullying del atleta Flash Thompson hasta que adquiere superfuerza ¿y qué es lo primero que hace?, ¡volverse peleador de lucha libre! Lo de combatir al crimen vendría después, y sólo hasta darse cuenta de algo que el Tacubo ha planteado en más de una ocasión, aunque con otras palabras: eso de que es mejor ser “un vecino amistoso” y, sobre todo, aquello de que “con un gran poder viene una gran responsabilidad”.
¿Y qué mayor responsabilidad hay que nuestros niños?, pregunta el Tacubo, quien agrega que de ahí lo importante de formar desde hoy a los héroes del mañana. “Mucho se repite que tras esta pandemia nada volverá a ser igual y ojalá así sea, porque si lo que viene depende de estos pequeños que están aprendiendo a ser héroes verdaderos, el mundo del futuro será mucho mejor”.