Por Jorge M. González
Promoviendo la reivindicación del voto femenino y recordando las huelgas por demandas laborales de obreras textiles de Nueva York en 1859 y las costureras industriales en 1908, Clara Zetkin (1857-1933) propondría el 8 de marzo como el día internacional de la mujer. Esta conmemoración se extendería eventualmente al mes entero. Como homenaje a las mujeres, permítanme recordar a dos venezolanas.
La escritora Velia Bosch (1936-2015) nace en Caracas pero siendo muy niña la familia se traslada hasta Ciudad Bolívar. Allí vivirá hasta sus quince años. Siendo adolescente Velia destaca en la poesía. Su inquietud literaria la llevaría a estudiar una licenciatura en Letras, graduándose en la Universidad Central de Venezuela, en Caracas. Una vez graduada, desempeña cargos docentes en literatura en Educación Media y Universitaria. Trabaja como educadora en la Universidad Católica Andrés Bello y el Centro de Estudios Latinoamericanos “Rómulo Gallegos.” Durante años asesoró y dictó talleres de creatividad literaria en el Ateneo de Caracas. Se casa con el muralista Gabriel Bracho (1915-1995) con quien tendría cuatro hijos.
Paralelamente a su labor educativa, Velia se dedica a la investigación literaria estudiando a Teresa de la Parra (1889-1936) y su obra. De la Parra, también escritora, publicó en 1924 su novela Ifigenia, diario de una señorita que escribió porque se fastidiaba acerca de una joven inteligente y animada, quien regresa de Francia a Caracas, al morir su padre, encontrándose con una sociedad que no permitía a las mujeres tener voz propia. La única alternativa femenina era integrase a un matrimonio legalmente constituido. La novela claramente expone el pensamiento feminista de la autora.
En 1929, de la Parra escribiría Memorias de Mamá Blanca, considerada un clásico de la novela hispanoamericana. Velia la caracteriza como una autobiografía novelada que refleja la intimidad de la familia venezolana mediante el uso de personajes en un país que experimentaba al momento profundas transformaciones políticas, sociales, culturales y económicas.
Hoy entendemos a Teresa de la Parra y su obra gracias a la meticulosa investigación de Velia, quien continuaría su camino literario tratando de encontrar el sentido de las letras y su mejor conjugación para transformarlas en poesía, convirtiéndose en voz fundamental de la literatura infantil. Funda la revista infantil La Ventana Mágica y colabora frecuentemente con la también infantil revista Tricolor. Creó el proyecto literario Gran Circo de Papel y la Cátedra de Literatura Infantil Latinoamericana y del Caribe José Martí, única en el continente americano.
Crea juegos con poesías y usa sus experiencias con las palabras con el objeto de lograr un acercamiento lúdico a los libros. Escribe numerosas obras, destacando siempre sus poesías para niños. Alguna vez se le escuchó a Velia decir que “no hay nada que me haga más feliz que reunirme con niños en cualquier rincón de una feria, librería, biblioteca, taller, escuela, o museo para jugar con ellos … a que son poetas.”
Teresa de la Parra y Velia Bosch están vigentes, sus voces son de independencia femenina, pero también de convocación a la ternura y a sueños de igualdad.