Parecía que el gigante nunca se descarrilaría. Era un tren a toda velocidad. Rompía todas las reglas de los manuales de Campaña. Pesadilla para sus asesores de medios y para los líderes de su partido.
Ninguna de las estrategias de sus enemigos le había dado en su línea de flotación. Los verificadores de datos (facts checks) se cansaron de decirnos que Donald Trump era una máquina de mentiras, los diarios documentaron sus contradicciones y evidenciaron la fragilidad de sus argumentos. Sus propuestas cimentadas en pies de barro.
El escándalo que lo tiene contra las cuerdas no tiene que ver con la opacidad en sus impuestos, ni tampoco le afecta su xenofobia; lo que de verdad lo ha hecho tambalear es una vieja grabación en la que se muestra tal cual ha sido: un misógino, un hombre que denigra a las mujeres, que las ve como mercancía. https://www.youtube.com/watch?v=Vp_L1TKO7bE&feature=youtu.be
Figuras emblemáticas del Partido Republicano han comenzado a desmarcarse: John McCain, Paul Ryan, Mark Kirk. Destaca el “suficiente” de Condoleeza Rice: “Enough! Donald Trump should not be President. He should withdraw. As a Republican, I hope to support someone who has the dignity and stature to run for the highest office in the greatest democracy on earth” https://www.facebook.com/condoleezzarice/posts/1293199674025554
El Narciso republicano lleva años viéndose en el espejo de Fox News. Y de ese reflejo, sumado al Tea Party, la ausencia de líderes, salió Donald Trump, encarnando todos los excesos.
En un principio la estrategia de la estridencia resultó. Quien rompe las reglas logra tiempo aire en el prime time, los medios siempre buscan al personaje que en unas frases alimente a la audiencia.
Las elecciones en Estados Unidos de América -por lo que se ve unas horas antes del segundo debate- no sólo se ganan en los medios.