Si la campaña se escribe en prosa (en este caso un grosero Rap), el gobierno se ejerce en prosa, la primera gran derrota del presidente Donald Trump ocurrió justamente en su incapacidad de borrar del mapa el plan de Salud impulsado por la administración anterior. Al menos por año más, el ObamaCare seguirá siendo ley.
Bandera principal de la retórica de odio y enojo social que lo llevo a la Casa Blanca, ni Trump ni sus forzados aliados del G.O.P. supieron construir una alternativa mínima para reemplazar el sistema de salud que definió el gobierno de Barack Obama.
Confrontado con un verdadero sistema de contrapesos al presidencialismo ególatra que pretende instaurar, Trump suma este fracaso al rechazo social y judicial a sus Órdenes Ejecutivas anti musulmanas.
Cabeza formal del máximo poder militar y nuclear de la historia, Trump ha utilizado hasta ahora como arma principal, su cuenta de twitter, desde la que promueve sus dos nuevas amenazas: primero, una reforma fiscal “grandiosa” que al favorecer a los mega ricos, consolidaría el carácter oligárquico de Estados Unidos, a costa de las clases medias y sus minorías. Su segunda ofensiva va contra la mayor parte de las reformas encaminadas a frenar el cambio climático en el mundo.