Es muy común escuchar en la calle, en tertulias o ver videos en YouTube donde se asegura que el ser humano utiliza menos del cien por ciento del cerebro. Películas recientes como “Sin límites” o “Lucy” refuerzan esta idea. Sin embargo, está comprobado que sí utilizamos toda su capacidad.
Lo que no es un mito es que la humanidad utiliza menos del cien por ciento de su capacidad creativa.
De acuerdo con Alejandro Frank, coordinador del Centro de Ciencias de la Complejidad, de la UNAM, sólo el 28 por ciento de investigadores en el mundo son mujeres. Esto quiere decir que las sociedades no han sabido crear las condiciones necesarias para extraer ese otro 72 por ciento del aporte femenino a la ciencia. Y esto significa que el mundo podría estar no sólo más desarrollado que ahora, sino que ese desarrollo podría tener otras características.
¿Cómo sería la tecnología actual si en ella hubieran participado en una proporción equitativa la mujer? Por ejemplo, ¿cómo serían las redes sociales si las hubieran desarrollado las mujeres? ¿Tendría las mismas funciones, características y propósitos? ¿Qué contenidos tendrían las plataformas en streaming si los definieran ellas? ¿A qué campos estaría orientada la robótica si mayoritariamente participaran en ellas nuestras madres, hermanas, esposas o hijas? Si tanto hombres como mujeres crearan hardware y software, ¿que los harían distintivos? ¿Hacia qué rubros se orientaría la inteligencia artificial si su potencialización estuviera a cargo de científicas? Si tuvieran la facultad de destinar los recursos económicos que ahora se manejan para investigación, ¿elegirían invertir en mejorar el mundo combatiendo el cambio climático antes que en la conquista de la luna y/o en la exploración de Marte? ¿Elegirían concretar el auto volador o masificar el uso de energías renovables? ¿Promoverían la evolución de fármacos a partir de criterios comerciales o diversificarían su conocimiento para el desarollo de medicamentos que combatieran todas las enfermedades?
Pero, ¿cómo queremos contar con ese 72 por ciento del aporte científico de las mujeres que falta si las convenciones sociales limitan, reprimen, inhiben o impiden su incorporación a la ciencia?
Para conseguirlo las sociedades deben erradicar los ambientes hostiles para que no sufran acoso sexual, que no se les cosifique, que se les brinde seguridad pública para que se desenvuelvan en todos los lugares sin restricción de horario; que se garantice su acceso a una educación igualitaria desde edades tempranas sin estereotipos sexistas, y a programas de inserción en áreas científicas o técnicas; que se erradique el machismo, y con ello la concepción de que la responsabilidad de cuidar a los hijos sea una tarea exclusiva o mayoritaria de la mujer; que los hombres nos incorporemos igualitariamente en el cuidado de los hijos para que la maternidad no signifique un freno para el desarrollo académico y de vida de las mujeres.
Pero, cómo queremos que esto se dé si, por ejemplo, para citar el caso de México, seis de cada 10 mujeres ha sufrido un incidente de violencia, y nueve mujeres son asesinadas al día, según estadísticas de distintos organismos. Y qué decir que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de los Hogares, que el INEGI aplicó en 2017, la mujer es jefa de familia en el 28.5 por ciento de los hogares, con una tendencia creciente porque en 2014 el porcentaje era de 27.2, lo que se traduce también como que la irresponsabilidad del mexicano es de un vergonzoso 71.5 por ciento, por sólo mencionar algunos lamentables casos.
Así como los que creen que no usamos la totalidad del cerebro se preguntan hasta qué nivel podría alcanzar nuestro desarrollo si la usáramos, una inquietud similar es pensar cómo sería nuestro mundo si contáramos con ese 72 por ciento del aporte femenino restante, que seguramente contendría liderazgos solidarios, participativos, flexibles, cooperativos y sensibles.
Al menos yo, estoy convencido que tendríamos un mundo mejor.