En el calendario extraoficial de Estados Unidos, el Verano comienza en Memorial Day y termina en Labor Day. Es el tiempo de las piscinas, de las playas, de sacar las bicicletas, acampar y las carnes asadas, las cervezas al aire libre y, por supuesto, los fuegos artificiales y el beisbol.
En el país de las redes sociales, la televisión, el aire acondicionado y la comida chatarra, ésta es la temporada de disfrutar el aire libre, las caminatas en el bosque, la vida sana y los deportes extremos.
Con frecuencia perdido entre los recuerdos de nuestra infancia, o en las fantasías del mundo ideal que supuestamente nos espera al otro lado del hipotético tiempo del retiro, el verano es aquella temporada en que podemos vivir de vacaciones.
Diversión y descanso suelen ser dos conceptos casi contrarios pero siempre presentes en cualquier sueño de nuestro mundo ideal. Frecuentemente confundidos con excesos y lujos, ambos se parecen tanto a esos espejismos de agua que vemos delante nuestro en la carretera en los días de calor extremo.
Ojala y este año, entre tantos pendientes, problemas y retos que tenemos por delante, seamos capaces de rescatar aunque sea un pedacito de aquellas temporadas vacacionales en que éramos capaces de ser felices con tan poco… una pelota de plástico, la sombra de árbol de mango, unas cuantas olas bravas o la belleza de un atardecer.
Ahora no pedimos mucho más. Si acaso, un poquito más de tiempo para poder compartir aquellos instantes de felicidad con aquellos a quienes amamos. Eso, y si tenemos mucha suerte, una nieve de limón para el calor.