Síntoma de nuestro tiempo: El señor Trump, con su ego desbordado y sus excesos verbales, busca distraer a la sociedad estadounidense, y al mundo, acusando a los medios de comunicación de todos los males. Y le funciona.
Si la política moderna nació en 1960, durante el celebre debate entre Richard Nixon y John F. Kennedy y fue resuelto por la sonrisa del demócrata sobre el rostro sudoroso y sin rasurar del republicano, nadie debería llamarse a sorpresa. Si ahora la plaza pública por excelencia es una pantalla, nadie debería sorprenderse que entre los 2 mil millones de usuarios de Facebook se formen turbas capaces de linchar virtualmente a cualquiera. Si en el tribunal de la opinión pública se es culpable aunque se demuestre lo contrario, no hay una verdadera sorpresa en la proliferacion de personajes como el nuevo Presidente de un país que ya no es la mayor potencia económica del planeta.
Debería quedarnos muy claro que en la adicción a los raitings la primer víctima es la verdad.
Si las sociedades de hoy rechazan todo lo institucional y los medios son percibidos como socios naturales del poder, poco hay de asombroso en que Mr. Trump haya podido salirse con la suya hasta ahora. De cualquier modo, su caída también será una gran noticias.
A seis meses del sorprendente 8 de Noviembre, vale asomarse a la manera en que los periódicos de mundo informaron sobre el resultado electoral en Estados Unidos.