Ciertamente el presidente Trump es un personaje singular. Capaz de crear escándalos de manera permanente, amenaza con el exterminio nuclear a uno de los países más pobre de mundo, al tiempo que aplasta económicamente a Canadá y sigue clamando con levantar un Gran muro de 3 mil kilómetros en la frontera con México, se da tiempo también para humillar y confrontarse con las principales figuras populares de su país, las estrellas de la NFL, la MLB y la NBA.
Con una retórica cargada de prejuicios raciales y en nombre del patriotismo más simplón del siglo pasado, el señor Trump supo montar un nuevo show mediático es su virulento rechazo a las expresiones de protesta que, al estilo de Martin Luther King, con le respondieron la inmensa mayoría de los deportistas profesionales de Estados Unidos.
Además de coleccionar fracasos políticos y un creciente rechazo popular, Donald Trump ha logrado, hasta ahora, brincar de escándalo en escándalo, siempre tratando de distraer la atención de la sociedad de sus presuntos lazos con la mafia rusa que, desde el Kremlin, tanto se metió en la manipulación de las elecciones de noviembre pasado.