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“Así soy”: discapacidad y limitación no son lo mismo

 

Con 289 preseas ganadasen 12 ediciones, México figura entre los 20 países con más medallas en los Juegos Paralímpicos (en contraste, sólo ha obtenido 69 a lo largo de 23 ediciones de los Juegos Olímpicos); Frida Kahlo, una artista confinada a una silla de ruedas, es nuestra pintora de mayor proyección global, y Gilberto Rincón Gallardo, político con una malformación congénita, defendió los valores de la izquierda y la inclusión con tal vehemencia que fue apresado en 32 ocasiones, convirtiéndose en “el mexicano que más veces ha estado en la cárcel” (como destaca la revista Época); “sin embargo, pese a ese potencial, nuestras ciudades, leyes y vidas parecen estar diseñadas para discriminar a las personas con discapacidad”, dice Linda Atach Zaga, curadora de la exposición Así soy, actualmente en exhibición en el Museo Memoria y Tolerancia.

A fin de visibilizar lo hostil que resulta lo cotidiano para con ellos y de mostrar posibles caminos para corregir este escenario, expertos en distintas áreas colaboraron en la integración de las distintas salas de la muestra, montada con apoyo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el Comité de Atención a las Personas con Discapacidad en la UNAM o la Federación Mexicana de Sordos, entre otros.

“La clave para lograr mejoras en este rubro es la empatía, palabra que invita a ponerse y los zapatos del otro para comprenderlo, algo que el público podrá hacer —literalmente— en espacios vivenciales como el del autismo, donde se reproduce el agobio que produce la luz para quienes padecen este trastorno, o cómo los sonidos se les superponen, obligándolos a aislarse en busca de sosiego”.

Para Linda Atach, maestra en Historia del Arte por la UNAM y quien actualmente cursa el doctorado en la Facultad de Filosofía y Letras, la mejor forma para promover esta empatía es poner a las personas frente a circunstancias en las que no habían reparado a fin de generar conciencia. “La mayoría de la gente no es indolente, pero sí se ha acostumbrado a pasar por alto verdades evidentes o incómodas”.

Una de ellas es la falta de oportunidades en el sector laboral, pues hay casos registrados en el que los entrevistadores no dan siquiera audiencia a un individuo al detectarle alguna discapacidad o —como detalla el investigador Patricio Solís en el libro Discriminación estructural y desigualdad social— de ser seleccionado, éste es más propenso a no recibir un contrato escrito y a percibir ingresos hasta un 151 por ciento menores que los de alguien que realiza lo mismo.

Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS 2017), los discapacitados son el sector más segregado en México: el 58.3 por ciento refiere haber sido objeto de malos tratos y vejaciones basados en prejuicios, cifra significativamente mayor a la reportada por los indígenas (40.3%) o por individuos pertenecientes a alguna comunidad religiosa no católica (41.7%).

Otro dato contenido en el documento es que a la tercera parte de ellos se les ha negado algún derecho en el último lustro; por ello, a la hora de integrar la exposición, el enfoque siempre fue claro: todo se aborda desde la perspectiva de los derechos humanos, añade Atach.

Todos somos vulnerables

Una cuarta parte de los entrevistados en la ENADIS 2017 aseveró que no contrataría a personas con discapacidad “porque son de poca ayuda”, pero algo en lo que pocos reparan es que todos, sin excepción, estamos en riesgo de sufrir accidentes capaces de mermarnos en lo físico o en lo mental, subraya la curadora.

“Cualquiera puede, en algún momento, verse obligado a usar muletas o silla de ruedas, o perder la visión o el oído; ello nos obliga a ser más sensibles hacia la discapacidad, pues ni nosotros ni nuestros seres queridos están exentos de verse en estas condiciones, y éste es otro de los temas abordados en la muestra”.

Por esta razón, parte del recorrido pasa por un túnel de espejos a fin de que el visitante se enfrente a su reflejo, aunque fragmentado, al tiempo que desde un arreglo de bocinas suenan comentarios hirientes como, “¡lárgate de aquí, pinchetarado!”, “no aceptamos niños especiales” o “a la maestra coja le decimos la inmortal, porque nunca va estirar la pata”, ello a fin de mover a una reflexión que fluye en dos sentidos: ¿cómo me sentiría si fuera yo el destinatario de esas palabras o me avergonzaría si yo las profiriera para demeritar al otro?

“Lo que decimos tiene un peso e importa mucho, por eso el remate de este tramo es una sección donde se analiza nuestra manera de referimos a los discapacitados y se evidencian expresiones ofensivas que, por estar tan arraigadas en el imaginario, no cuestionamos”.

Para llevar esta reflexión un paso más allá, el segundo espacio vivencial de la muestra recrea el día a día de los sordos y cómo deben lidiar con un mundo en el que casi nadie se toma el tiempo de aprender lengua de señas y que, por lo mismo, pareciera mudo debido a su poco interés en comunicarse con ellos.

“Y pese a todas estas inercias, todos podemos aportar un granito de arena para cambiar esta situación; por ello, esta exposición es accesible y, en cada una de sus salas, se incluye lengua de señas, braille y macrotipos para personas con debilidad visual”.

Homero estaba ciego, Cervantes era manco y Beethoven no podía oír y, sin embargo, crearon algunas de las obras más importantes de la cultura humana. A manera de repaso de todo este potencial Así soyconcluye con un muro donde rostros como el de Stephen Hawking, Frida Kahlo, Helen Keller, Arly Velásquez o Jorge Font evidencian que discapacidad no es sinónimo de estar limitado.

“Si algo esperamos de esta muestra es que quien nos visite salga teniendo en claro que la discriminación es estructural; sólo siendo conscientes de ello podremos, por fin, echar abajo esas estructuras”.

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