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De Yucatán para el mundo

Cochinita pibil, relleno negro, frijol con puerco, papadzules, sopa de lima, huevos motuleños, poc-chuc, entre muchos otros, forman parte de la gastronomía yucateca, considerada Patrimonio Cultural Intangible del Estado de Yucatán por decreto oficial desde 2013.
La demanda de consumo de platillos yucatecos no solo se limita a la región de Yucatán. La cochinita pibil, por ejemplo, se elabora y comercializa como producto en empaque listo para comerse, a pesar de ser elaborado por empresas productoras asentadas en otros estados, una desventaja que presentan estos productos es que sus características de textura y sabor no corresponden a las de los platillos que se elaboran de manera tradicional en la región.

En este sentido, el Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (Ciatej) en conjunto con la empresa Productores Asociados de la Península de Yucatán, el Ciatej Sureste impulsaron el establecimiento de un proceso piloto para la realización de guisos regionales de alta calidad listos para su consumo, seguros, sin conservadores químicos y con una larga vida de anaquel, mediante el financiamiento del Fondo de Emprendedores de Yucatán (Fondey).

“Los objetivos específicos fueron: evaluar las características de calidad fisicoquímica, microbiológica y sensoriales de esos guisos; evaluar el efecto del pretratamiento, envasado, tamaño de partícula y tratamiento térmico (tiempo-temperatura), que fueron algunas variables importantes durante el proceso”, apuntó Ramírez Sucre, investigador del Ciatej.

Carlos Arturo Ramayo Franco, responsable legal del proyecto por parte de Productores Asociados de la Península de Yucatán, resaltó que el objetivo principal de la empresa fue no quedarse como productores primarios y demostrar que también pueden ser empresarios agroindustriales, “dando valor agregado a nuestros productos y qué mejor que desarrollando los guisos más tradicionales y emblemáticos del estado de Yucatán”.

Con este interés, se realizó el proceso piloto para la elaboración de cochinita pibil en bolsas flexibles estériles, evaluando su calidad sensorial (color, olor, sabor y aceptabilidad general), fisicoquímica (textura, acidez, entre otros) y microbiológica, así como su vida de anaquel.
“En el mundo hay muchos platillos y muchos listos para comerse. Eso es lo que nosotros tratábamos de lograr, un platillo listo para comerse que tuviera una larga vida de anaquel, con la calidad microbiológica y fisicoquímica aceptables para que el guiso se pudiera consumir después de mucho tiempo, dándole valor agregado. Se lograron vidas de anaquel de hasta dos años, microbiológicamente hablando”.

La cochinita pibil lista para comerse se comercializa actualmente en diferentes presentaciones (presentación de bolsa pouch o enlatado) y bajo diferentes métodos de elaboración (con y sin necesidad de cadena de frío).

Los investigadores analizaron la textura del producto obtenido como parte del proyecto, mediante el uso de un texturómetro del Ciatej, sede Sureste. “La ventaja más importante es que la textura de esta cochinita pibil es la que debe tener el guiso regional”.

Entre los beneficios resultantes, se obtuvo un producto diferenciado de las marcas existentes ya que está elaborado a base de carne de cerdos nacidos, criados y cocidos en Yucatán, con las especias y los condimentos naturales de esta región. “Ya empezamos a trabajar en la denominación geográfica, que, de obtenerla, la cochinita pibil solo podrá llamarse a aquella que se produzca en Yucatán”.

Finalmente, se realizó el etiquetado nutrimental considerando las normas oficiales mexicanas y las de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), con lo que el producto puede exportarse a diferentes países.

De forma paralela, se desarrolló el proceso piloto para la elaboración del platillo tradicional yucateco lechón negro, que es la variante con carne de cerdo del relleno negro. Ramírez Sucre señaló que la propuesta partió de la necesidad de elaborar otro producto regional que no se encuentra en el mercado y se fortalece de una tendencia estética actual de los alimentos proveniente de Estados Unidos y conocida como black food, es decir, alimentos negros, que se obtienen en su mayoría con el uso de carbón como colorante (por ejemplo, pan de hamburguesa, pasta, dulces, salchichas, helados y pizzas negras).

Otra tendencia importante considerada fue el mercado de los “productos nostalgia”, es decir, mercancías que integran bienes y servicios que forman parte de los hábitos de consumo, cultura y tradición de los diferentes pueblos y naciones que consumen migrantes en su país de origen y en el extranjero, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

“Nostalgia es justamente lo que experimenta un inmigrante al llegar a un país ajeno al suyo. Inmediatamente se siente en una tierra extraña, lejos de todos sus seres queridos, desarrollando la necesidad de buscar su propia identidad, tanto cultural como religiosa, e incluso gastronómica, y comienzan a saborear en su mente un rico platillo tradicional”, describe el estudio mercadológico “El mercado de los productos nostalgia: una oportunidad para las PYMES“.

Fuente: Agencia informativa Conacyt.

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