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Enfermedad invisible, dolorosa e incurable

Fibromialgia afecta a millones de personas

Pepe Herrera / Myriam Nuñez

La fibromialgia, una enfermedad que ha estado presente por más de dos siglos, ha sido un misterio para la comunidad médica. A pesar de que se conocía desde el siglo XIX, fue en 1990 cuando el Colegio Americano de Reumatología presentó una serie de criterios diagnósticos consensuados que la colocaron en la mira y en 1992, la Organización Mundial de la Salud (OMS) finalmente la reconoció como una enfermedad.

La fibromialgia es un síndrome crónico que afecta a entre dos y seis por ciento de la población mundial y, aunque puede afectar tanto a hombres como a mujeres, las mujeres son más propensas a padecerlo. La profesora de la Facultad de Medicina de la UNAM, Ingrid Ibarra, indica que para tratar adecuadamente esta enfermedad es importante conocerla.

“La fibromialgia es un síndrome de permanencia crónica generalmente incapacitante que se caracteriza por dolor musculoesquelético, dolor generalizado y persistente, fatiga extrema, rigidez matutina, alteraciones del estado de ánimo, problemas para concentrarse, alteración de la memoria, alteraciones del sueño, insomnio o sueño poco reparador”, explica Ibarra.

Aunque la fibromialgia puede ser confundida con el dolor crónico, existen algunas diferencias clave. Primero, la fibromialgia suele ser un dolor que persiste por más de tres meses. Segundo, en esta enfermedad hay sensación dolorosa en ciertos puntos, conocidos como “puntos gatillo”, que se ubican en pecho, espalda, pompas, cuello, rodillas, pies y brazos. Por último, la alteración del sueño o la fatiga es muy común en la fibromialgia.

A pesar de que la fibromialgia es una enfermedad compleja y todavía no se comprende del todo, es importante tomar en cuenta los síntomas y tratarlos para mejorar la calidad de vida de las personas que la padecen.

¿Qué factores la causan?

La fibromialgia sigue siendo una enfermedad de difícil comprensión, y aunque se desconoce su origen, se han identificado algunos factores que la predisponen. De acuerdo con la información previamente presentada, las mujeres son más propensas a padecerla, así como las personas que han experimentado traumas infantiles, tienen alteraciones psicológicas, privación prolongada del sueño, o que presentan artritis reumatoide o lupus.

De acuerdo con la investigadora, los avances actuales han demostrado que las personas que sufren de fibromialgia tienen alterado su umbral del dolor. Cuando reciben un estímulo doloroso, éste se amplifica como si fuera una antena que aumenta la señal del dolor. Debido a esto, estímulos que para una persona promedio pueden ser comunes, las personas con fibromialgia los perciben como muy intensos.

Vivir con fibromialgia no es fácil, ya que la falta de una cura efectiva afecta significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Según la profesora Ibarra, las personas con fibromialgia experimentan dificultades en sus actividades diarias y laborales debido al dolor y la fatiga crónicos que experimentan. El dolor también puede afectar sus pasatiempos y actividades recreativas.

Aunque no hay una cura, existen opciones de tratamiento para ayudar a mejorar la calidad de vida del paciente. Ibarra enfatiza que es importante un enfoque multidisciplinario, en el que se trabaje con un equipo de psicólogos, médicos, nutriólogos y fisioterapeutas. Estos profesionales pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la salud en general del paciente.

Sin embargo, la docente señala que el tratamiento debe ser individualizado y adaptado a las necesidades de cada paciente, ya que los síntomas y limitaciones varían de persona a persona. Antes de recurrir a medicamentos, se sugiere que los pacientes realicen cambios en su estilo de vida. Por ejemplo, los ejercicios pueden ayudar a mejorar la condición física, siempre y cuando sean adecuados y medidos. También se recomienda hacer cambios en la alimentación y reducir la exposición a objetos electrónicos, ya que esto puede afectar la salud en general. Recibir terapia psicológica también es una opción para ayudar a controlar el estrés y mejorar la salud emocional.

La importancia del ejercicio en el tratamiento de la fibromialgia es enfatizada por Ingrid Ibarra. Los ejercicios se deben programar en un plan de alrededor de seis semanas, aunque se pueden extender a dos meses, y deben adaptarse a las necesidades de cada paciente.

El ejercicio aeróbico ayuda a que los pacientes con fibromialgia tengan una mejor adaptación cardiovascular, lo cual les permitirá hacer actividades cotidianas con mayor facilidad, como subir escaleras o caminar por períodos prolongados. Los ejercicios de fuerza también son importantes, pero es fundamental tener en cuenta aspectos como el calentamiento y la realización de recuperaciones, en lugar de descansos completos.

Si a pesar de las recomendaciones anteriores el dolor persiste, se pueden recurrir a medicamentos, como opioides, pero Ibarra insiste en la importancia de seguir trabajando en los aspectos previos del tratamiento.

Por último, Ibarra hace un llamado a no minimizar el dolor que experimentan las personas con fibromialgia. Si bien esta enfermedad no es visible, el dolor que sienten las personas es muy real y puede afectar significativamente su calidad de vida. Es importante ser sensibles y estar atentos a las necesidades de estas personas.

Vivir con fibromialgia no es fácil, pero es posible mejorar la calidad de vida de los pacientes con la ayuda de un equipo multidisciplinario y la adopción de un estilo de vida saludable. Aunque todavía no hay una cura para esta enfermedad, la investigación continua y se espera que se encuentren mejores opciones de tratamiento en el futuro.

A pesar de la complejidad de la enfermedad y la falta de un conocimiento claro de su origen, el conocimiento de los factores predisponentes puede ayudar a los médicos a tratar a los pacientes de manera más efectiva y mejorar su calidad de vida.

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