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La fiesta es más que fiesta

La fiesta es más que fiesta. Parranda, reven, guateque, la fiesta es una invitación au voyage. El abandono de la vertical es otra forma de encontrarse con otros y otras en un espacio de libertad: las conversaciones se despojan del guion, se permiten el roce de los cuerpos, y en la serie de rituales que tienen lugar en el festejo, se otorga preeminencia al ritmo, a lo que la música incita. La fiesta, ese abandono dionisicaco, es el encuentro con el otro, la otra que uno es.

Es así que el número de cierre de este 2021 de la Revista de la Universidad de México está dedicado a esa expresión de Eros y Ananké que ya se deja escuchar rabiosa tras el encierro pandémico. El número celebratorio fue presentado el 10 de diciembre, con una pregunta como punto de partida: ¿qué nos hace la fiesta?

El ritual comienza desde la elección del atavío, la máscara; el personaje de uno o una misma elegido desde una sensación del cuerpo -el humor, el talante del momento-, que se corrobora frente al espejo –advierte la moderadora de la mesa de presentación, Yael Weiss, editora del formato digital de la revista.

Y cierra su ciclo -que puede ser de una noche, un amanecer o varios- en los tacos de madrugada, agrega Elvis Liceaga, quien escribe un artículo dedicado a los festivales masivos como Vive Latino o Coachella y comparte el panel de la noche con el escritor Luigi Amara y con José Luis Paredes Pacho, profundo conocedor de la vida nocturna de los 80 y 90, décadas en que el actual director del Museo Universitario del Chopo marcó trayectoria en la escena del rock mexicano.

Fiesta es, pues, lo que transcurre entre la disposición de acudir, el trayecto hacia y la resaca tras el exceso –de danza o de sustancias, de risa o de desvelo. Y en el medio de la fiesta, por supuesto, la persecución de la fiesta misma, el ir de ahí a otra y a otra. Hasta que el cuerpo aguante. “La fiesta es fugitiva”, dice el escritor Luigi Amara, quien se reconoce un observador empedernido del guateque y colabora en este número con un texto dedicado a los grandes reventones de la literatura, como los de El gran Gatsby, El gatopardo, Alicia en el País de las Maravillas o La señora Dalloway.

Guadalupe Nettel, directora de la publicación, se hace presente en la tertulia de presentación en voz de Yael Weiss, quien recupera algunas reflexiones plasmadas en el editorial de este número: “Pero la fiesta no es solo la válvula de escape para la tensión y el aburrimiento, se trata también de un acto subversivo, el momento privilegiado en que se rompen las jerarquías y las cadenas del sometimiento”.

Tal es, precisamente, la reflexión que, a toro pasado, Pacho Paredes entrega de la fiesta under de los 80, cuando en hoyos funky de Neza y bares de avanzada como el Tutti o el 9 la concurrencia se afirmaba en una creatividad subterránea y sexogenéricamente diversa, entre artistas del performance, las letras y el renaciente rock en español: “Se juntaba una diversidad de banda marginal, de diferentes orígenes, lugares de la ciudad, clases sociales, con el sentimiento de compartir eso: una marginalidad compartida”.

“‘¿Y si la fiesta fuera lo que de verdad define profundamente al ser humano? No el trabajo, ni la política ni las Iglesias, esos tres grandes secuestradores abusivos de las fiestas’, se pregunta Alberto Ruy Sánchez en un texto clarividente titulado La importancia inesperada del exceso”, señala Nettel en la editorial de este número, que aborda expresiones que van del (neo)perreo a las mascaradas del carnaval de Venecia.

Fiesta es un título en el que, sin duda, en una o varias páginas, cada lector podrá encontrarse.

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