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Los “cara de niño”, monstruos de la infancia

PARECEN IGUALES, PERO SON CUATRO ESPECIES NUEVAS DE CARA DE NIÑO EN MÉXICO

Sandra Delgado / Erik Hubbard / Dolores Rojas / Sarai Hernández / Francisco Parra

  • Se trata de variedades en las que los genitales de sus machos difieren; el hallazgo fue hecho por investigadores del IB  y las descripciones de los insectos se publicarán este año

Desde el norte de México hasta Ecuador habita un grupo de insectos que atemoriza a muchos por sus patas con espinas, mandíbulas prominentes, cabeza grande y una inventada fama de ser venenosos. Se trata de los cara de niño, animales de los cuales hay descripciones de especies desde hace 100 años, y ahora el Instituto de Biología (IB) de la UNAM descubrió cuatro nuevas.

“Hasta antes de nuestro trabajo sólo se reconocían dos especies en el centro de México, y de una se pensaba que su distribución comprendía el Eje Neo Volcánico Transversal (centro de México). Sin embargo, estudios recientes a nivel genético muestran que ésta no es una variedad, sino varias no descritas y muy parecidas morfológicamente entre sí. Nos dimos a la tarea de estudiarlas a detalle y vimos que poseen características distintas, en especial en los genitales de los machos”, afirma Alejandro Zaldívar Riverón, investigador del IB.

El estudio de estos organismos comenzó con trabajo de campo desde hace cuatro años y resultó relativamente complicado encontrarlos porque era necesario levantar piedras y troncos, señala. Este grupo de expertos se dio a la tarea de investigar la información genética para evidenciar que se trataba de cuatro nuevas especies: Stenopelmatus purepecha, Stenopelmatus sierragordensis, Stenopelmatus tlaxcalli y Stenopelmatus chilango, cuyas descripciones se publicarán este año.

“Se conoce poco de su biología; sin embargo, hemos visto que son muy resilientes, es decir, que pueden resistir bien en los asentamientos humanos o lugares cercanos a éstos. Lo que más les afecta es la pérdida de áreas naturales. Su función principal es ayudar a la regulación de las poblaciones de otros invertebrados, y a su vez, pueden servir de alimento a otros organismos, como tlacuaches o cacomixtles”, detalla.

Estos insectos pertenecen al orden Orthoptera, al que también corresponden los chapulines y saltamontes. Malamente tienen la reputación de ser venenosos, pero en realidad son inofensivos y sólo “muerden” cuando se sienten atacados. Son omnívoros y fosoriales, es decir, viven la mayor parte de su vida bajo tierra y por eso es una especie poco estudiada y conocida.

“Mi interés por estudiar los cara de niño surgió porque nací en la Ciudad de México y este insecto es emblemático de la región desde tiempos prehispánicos. Desde el punto de vista de la conservación es importante preservar la fauna y flora de la capital del país”, indica.

Declive de comunidades de insectos

“Los insectos son los organismos más abundantes y ricos en especies del planeta. Para darnos una idea, a la fecha se han descrito más de un millón de estos organimos a nivel mundial, pero se piensa que esta cifra es sólo una pequeña parte de lo que realmente existe. México, al ser uno de los países megabiodiversos, tiene la enorme tarea de describir la enorme diversidad de insectos que alberga”, asevera Zaldívar Riverón.

En 2019, un estudio del Reino Unido revisó 73 reportes a lo largo del mundo y alertó que el 40 por ciento de los insectos estarán en peligro de extinción en las siguientes décadas. Esto podría provocar un catastrófico colapso de los ecosistemas naturales.

El declive de estas comunidades se atribuye a fenómenos como el calentamiento global, comenta el también curador en jefe de la Colección Nacional de Insectos del IB, pero también a una pérdida acelerada de la biodiversidad y ambientes naturales, esto generado por el humano. Hay especies que se pierden sin siquiera haberlas conocido.

“Desde hace algunos años en Europa y Estados Unidos se han publicado estudios que han demostrado una gran disminución en las poblaciones de insectos en varias regiones. Lamentablemente, por su diminuto tamaño resulta imposible saber qué poblaciones estamos perdiendo, pero hay muchos reportes anecdóticos que aseguran ver menos insectos en los parabrisas que antes al manejar por carretera”.

Por ello es necesario acelerar el conocimiento taxonómico de estos organismos para saber qué especies se encuentran en el territorio nacional y establecer estrategias de conservación de sus hábitats. Los insectos cumplen funciones elementales en todos los ecosistemas terrestres y muchos acuáticos. Por ejemplo, hay polinizadores y sin ellos no habría plantas con flores, o los que descomponen la materia orgánica. Además, son cruciales dentro de la cadena alimenticia. “Sin insectos el escenario sería catastrófico porque no existirían muchos mamíferos, aves, reptiles o plantas con flores. Es tiempo de verlos como nuestros aliados porque sólo el uno por ciento del más del millón de especies descritas puede causar daño al humano. Conocerlas es el primer paso para conservarlas y, para ello, el trabajo taxonómico que realizamos es fundamental”, puntualiza Zaldívar Riverón.

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