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Océanos: depósitos de energía térmica que alimentan a los huracanes

NASA

El huracán Ian tocó tierra en Estados Unidos hace pocas horas con categoría 4, lo que se considera “extremadamente peligroso” y provoca fuertes inundaciones en Florida. Varias ciudades de la costa suroeste como Sarasota o Fort Myers reportaron haber sufrido daños considerables debido a los fuertes vientos. Se espera que su trayectoria lo desvíe hacia el norte, poniendo en alerta a los grandes centros urbanos de Orlando y Tampa.

Anterior a Ian, el huracán Fiona tocó tierra en la costa atlántica canadiense y también dejó importantes destrozos. La NASA cuenta con sistemas de observación de diferentes aspectos climáticos, que nos explican cómo se van formando estos fenómenos metereológicos.

Aunque los ciclones tropicales son fenómenos atmosféricos, gran parte de su temible poder proviene del océano. Los mares son una fuente abundante de humedad para alimentar las crecientes nubes de tormenta. De manera igualmente crítica, son vastos depósitos de energía térmica que pueden desplazarse del océano al cielo.

Mientras el huracán Ian azotaba el oeste de Cuba y se dirigía a la costa oeste de Florida el 27 de septiembre de 2022, se desplazaba sobre una abundante fuente de energía en el Golfo de México. Si bien las temperaturas de la superficie oceánica son solo uno de los factores que influyen en los huracanes, son un buen indicador de la disposición del océano para sustentarlos.

El mapa anterior muestra las temperaturas de la superficie del mar (TSM) medidas el 26 de septiembre con una combinación de instrumentos satelitales y desde el océano, y procesadas por científicos de la NASA. Los meteorólogos generalmente coinciden en que las TSM deben estar por encima de los 27,8 grados centígrados, o Celsius, (82,04 grados Fahrenheit) para sustentar e intensificar huracanes, ciclones y tifones. Las aguas superficiales por encima de ese umbral se representan en rojo en el mapa.

La evidencia de la transferencia de energía entre el océano y la atmósfera a menudo aparece tras el paso de una tormenta, literalmente. Cuando un huracán o tifón atraviesa una porción del océano, puede enfriar la superficie del mar local durante varios días.

Los mapas anteriores muestras anomalías en la temperatura de la superficie del mar el 15 de septiembre (izquierda) y el 26 de septiembre (derecha). Representan cuánto estaba la capa superficial por encima o por debajo de la temperatura promedio a largo plazo para esta época del año. La tormenta que se convirtió en el huracán Earl dejó una estela de aguas más frías a su paso a medida que avanzaba por el noroeste del Atlántico entre el 3 y el 10 de septiembre. Luego, el huracán Fiona —que trazó un camino de destrucción a través de Puerto Rico, República Dominicana, Bermudas y Terranova— también dejó una estela a medida que avanzaba hacia el norte entre el 15 y el 26 de septiembre.

El vapor de agua se enfría naturalmente a medida que asciende por la atmósfera y luego vuelve a caer al mar en forma de agua de lluvia. Al ceder gran parte de su calor a la atmósfera, la lluvia enfría un poco la superficie del mar. Al mismo tiempo, los vientos y las olas de un huracán dispersan el agua superficial cálida y traen agua más fría desde las profundidades del océano.

En teoría, el agua más fría que sube a la superficie debería hacer que sea menos probable que se desarrolle o se intensifique una nueva tormenta en la misma área en los días siguientes. Sin embargo, las aguas del Atlántico Norte no estaban necesariamente frías después de Earl y Fiona, y apenas tenían una temperatura más baja que antes.

Los datos de todos estos mapas provienen del Análisis de temperatura de la superficie del mar con base global de resolución ultra alta multiescala, producido en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA. El sistema combina observaciones de varios instrumentos satelitales, incluyendo el radiómetro avanzado de exploración por microondas EOS (AMSR-E) de la NASA, el espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada (MODIS) en las plataformas Aqua y Terra de la NASA, el radiómetro de microondas WindSat de la Marina de Estados Unidos, el radiómetro avanzado de muy alta resolución (AVHRR) a bordo de varios satélites de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y de observaciones in situ de la NOAA.

Nota editorial: La NOAA y otras agencias federales y estatales dirigen la tarea de pronosticar y responder a los huracanes en Estados Unidos, y la NASA desempeña un papel de apoyo en el desarrollo de herramientas experimentales y proporcionando datos clave a esas agencias. La NASA también trabaja para agilizar el flujo de información y apoyar a instituciones científicas extranjeras, gobiernos y grupos internacionales a medida que generan productos de datos a partir de datos de la NASA disponibles de forma gratuita. El programa para Desastres de la NASA contribuye con productos únicos o de gran valor para complementar las acciones de las agencias operativas y los gobiernos regionales para apoyar la toma de decisiones durante las crisis y también en la reducción del riesgo de desastres.

Imágenes del Observatorio de la Tierra de la NASA por Joshua Stevens, utilizando datos del proyecto de Resolución Ultra Alta Multiescala (MUR) del Centro Nacional de Huracanes. Reportaje por Michael Carlowicz.

Nota NASA: https://ciencia.nasa.gov/energia-para-ian-frio-tras-el-paso-de-fiona

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