Los personajes malvados pueden confundirnos, porque nos representan una dinámica de venganza
Joker, Harley Quinn, Loki, Johnny Lawrence de Cobra Kai y el barón Zemo son algunos de los villanos más populares. ¿A qué se debe su éxito?
Desde la antigüedad la especie humana ha vivido el conflicto entre el bien y el mal y siempre nos hemos preguntado: ¿quién ganará?, señaló en entrevista Norma Patricia Corres Ayala, docente e investigadora de la Facultad de Psicología de la UNAM.
En esta pugna, el mal nos seduce y por eso nos encantan los villanos. Primero, nos han presentado sus historias en una retrospectiva de “cómo se convirtió en malvado”: “no nació así”, una serie de eventos desafortunados lo llevaron a hacer el mal y curiosamente el héroe estuvo involucrado con eso.
Segundo, todos los seres humanos reprimimos la violencia porque no es socialmente aceptable y cuando vemos a un villano haciendo de las suyas nos encanta. “Estos personajes funcionan como un depositario de las proyecciones de nuestros sentimientos violentos”.
La figura de los villanos y su representación en los cines, series y videos logran que nos identifiquemos con ellos. Es una forma de sacar virtualmente toda esa violencia oculta por no ser aceptada socialmente.
“Se trata del cumplimiento de nuestro sadismo reprimido hacia objetos o figuras bondadosas que nos hacen daño, nos molestan, nos perturban y queremos atacar”.
En el contexto actual de nuestra sociedad se han alcanzado, cada vez más, niveles muy altos de violencia. Se reproducen estas escenas en películas, series y todas las representaciones audiovisuales.
Es una violencia escalada “muy peligrosa” porque nos estamos acostumbrando a ella y queremos más para obtener más adrenalina.
Tercero, la violencia siempre se ha asociado con la tontería. Los buenos son los tontos, “dejaditos” y los malos se defienden, planean con inteligencia y astucia.
Algunos piensan que la agresividad nos coloca en un papel activo y honorable, inteligente, propositivo: soy valiente porque “agredo y ataco”.
Por último, existe una situación de molestia ante el sistema de justicia que no ha funcionado como debiera. En consecuencia, valoramos más la venganza que las leyes y ver al villano hacerse justicia por su propia mano nos encanta.
Los personajes malvados pueden confundirnos, porque nos representan una dinámica de venganza, o sea, “me haces daño y yo te hago daño” y eso nos agrada. Sin embargo, una persona no debería aplicar la justicia por sí misma, debería ser un tercero.
El perfil del villano
Estos personajes suelen ser muy astutos, planean muy bien sus fechorías, son insensibles al sufrimiento ajeno y no tienen miramientos sobre hacer el mal.
Tienen un deseo desbordado de poder y todo lo relacionado. Por ejemplo, obtener dinero y lograr el sometimiento de los demás a través de imponer su voluntad.
Son personas muy seductoras, mienten fácilmente y no les importan los medios para lograr sus fines. Son crueles porque gozan con hacer el mal, ver sufrir a otros y les encanta saber que ellos causan el dolor.
También tienen muchas caras, no suelen tener una sola identidad, cambian dependiendo de las circunstancias y de la convivencia para obtener sus fines. Un ejemplo es el Joker en la versión de “Batman, el caballero de la Noche”. Este villano cuenta diferentes historias sobre cómo obtuvo su rostro.
Finalmente, son egocéntricos y no les importan las consecuencias a gran escala, con tal de dañar su objetivo que regularmente es el héroe.
La maldad vista de diversas formas
La maldad y los villanos tienen diferentes formas de verse de acuerdo a la edad de las personas. Por ejemplo, los niños siempre buscan una distinción clara entre ambos lados, un personaje o es bueno o es malo. Además, siempre debe triunfar el bien.
En la adolescencia el bien y el mal pueden ser ambivalentes, pero finalmente se busca que triunfe el bien. En la etapa adulta los individuos entienden que no siempre habrá justicia y honestidad.