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“¡Stalin se parece a mí!”

Este pasado 12 de Marzo se inauguraba la Feria Internacional del Libro celebrada en Caracas. En uno de los puestos de venta, Maduro, quien hoy lidera la oclocracia imperante en Venezuela, al observar un libro en cuya portada se notaba la foto de José Stalin (1878-1953) comentaba con orgullo y alegría: “Mira, Stalin se parecía a mí. Mira, el bigote, igualito. El camarada Stalin, que venció a Hitler.”

Una vez que los bolcheviques se hicieron del poder, Stalin fue promovido a Secretario General del Partido. Stalin uso este cargo para promover a sus incondicionales con la excusa de remover a desleales al partido y colectar información sobre cada uno de sus miembros. El utilizó a sus aliados con el único interés de destruir a los miembros de la oposición y convertirse en el líder indiscutible del país. Fue así como se deshizo de Trotsky (1871-1940), Zinoviev (1883-1936), Kamenev (1883-1936) y muchos otros. Desde mediados de los 1930’s Stalin se caracterizó por promover juicios sin pruebas contra sus oponentes o personas “incómodas.” Los acusados eran siempre encontrados culpables. Eran purgas burdas con las cuales el régimen arrestaba a cualquiera de manera arbitraria. Nadie estaba a salvo. El siempre fiel Molotov (1890-1986), principal signatario del pacto de no agresión Nazi-Soviético de 1939 fue obligado a divorciarse de su esposa Polina (1897–1970) por el “crimen” de haber nacido judía. Stalin se hizo del poder básicamente manipulando a todos a su alrededor, aprovechando al máximo los efectos políticos, y atacando de manera despiadada e inconsciente a todos en su afán de mantenerse en el poder a toda costa. El régimen de Stalin acabaría asesinando a millones de personas.

Aunque hemos escuchado diversas versiones sobre la muerte de Chávez, algunos dan por cierto el hecho que fue Maduro quien determinó la fecha para desconectar al “caudillo.” No por estar Maduro interesado en la muerte de su líder, sino por preferir el 5 de Marzo para que coincidiera la muerte de su “padre político” con la de su ídolo Stalin. Desde su llegada al poder “de la mano” y deseos de su “progenitor,” Maduro y adláteres se han encargado en inventar más ficciones que su antecesor, conseguir “crímenes” para atacar a aquellos que son incomodos para su “proyecto.” Han apresado personas sin evidencias, irrespetando la constitución y las leyes, y toda norma de decencia. Leopoldo López, líder carismático opositor, Antonio Ledezma, el alcalde con más votos en la historia del país, otros servidores públicos elegidos democráticamente (a pesar de las trampas), decenas de estudiantes, son hoy presos políticos sin cargos o con cargos inventados. Cientos de estudiantes han sido heridos o muertos a manos de la policía gubernamental o los “colectivos” que lo apoyan; la criminalidad ha recrudecido desde la llegada de Maduro.

Creo que alguien debería decirle al neo-dictador militarista que hoy preside el régimen que ha venido destruyendo a Venezuela desde 1998, que no es Stalin quien se parece a él, sino que es él quien cada día está pareciéndose más a Stalin.

Por Jorge M. González

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