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Sucesión 2024. El caso Estados Unidos

César Romero

Confrontado con montañas de evidencias sobre su de condición de autócrata, evasor fiscal, mentiroso y golpista frustrado, Donald Trump está listo para regresar a la Casa Blanca.

Fenómeno imposible de descifrar a partir del viejo paradigma según el cual Estados Unidos es el modelo universal de democracia y libertad, pero bastante más explicable si se reconoce que en realidad ese país es gobernado por una oligarquía y que la política se ha reducido a un espectáculo de mentiras y manipulación descarada de las emociones de los ciudadanos.

Dentro de 14 meses Estados Unidos tendrá elecciones presidenciales y casi todo indica que la contienda será entre el liderazgo suave del Presidente Biden, quién estará a punto de cumplir 82 años, y una versión aún más extremista del propio Trump, cuatro años menor.

Todo indica que ninguno de los dos tendrá mayor problema para ganar la candidatura de su respectivo partido. Aunque lo ha intentado, el tono moderado y sin estridencias de la presidencia de Biden no ha podido amainar los vientos de polarización social que, por lo demás, dominan el “humor social” en buena parte del mundo.

En este momento la gran mayoría de las encuestas los colocan como empatados.  Aunque es cierto que falta mucho tiempo para el martes 5 de noviembre de 2024, pero resulta pertinente puntualizar que las propias reglas electorales del país y la dinámica propia del show electoral están orientadas hacia el 50-50.

Es en este punto donde entran al juego los grandes operadores que se mueven detrás de bambalinas. Constituido como partido político en el 2010, el “movimiento” No Labels representa la opción de una competencia de tres, lo cual tiene al borde de un ataque de nervios a los estrategas demócratas y republicanos.

Estructurado a partir de la idea de la reconciliación y la necesidad de construir un gran bloque centrista que sea capaz de llegar a acuerdos, poniendo fin a la política de trincheras que domina Washington D.C. desde hace ya varios lustros, No Labels podría postular al senador demócrata de West Virginia, Joe Manchin, una figura moderada del establishment.

Sin mayor presencia fuera del mundillo Inside The Beltway, una candidatura “independiente”, por muy pequeña que fuera, se convertiría en el fiel de la balanza, decantando los resultados en estados clave a favor de Biden o Trump.

Karl Rove –el estratega de Bush Jr.–, documenta el tema en dos textos recientes publicados en el Wall Street Journal, poniendo especial énfasis al impacto que podría tener esa tercera candidatura entre votantes independientes y latinos en los estados de competencia más cerrada.

Los hasta ahora tres procesos penales que Trump tiene que enfrentar en distintas cortes federales bien podrían conducir a una inhabilitación legal que lo anule como candidato. También puede servirle para alimentar su retórica de victimización con que ha podido mantener el apoyo del ala más radical de los republicanos, así como la simpatía de racistas, fascistas, misóginos, anti-migrantes, quienes –aunque no lo parezca–, siguen siendo segmentos minoritarios del electorado.

En cualquier caso, la gran lección detrás de todo este proceso es –así me parece–, el hecho mismo de que un personaje como Trump –cuya única “virtud” parece ser su condición de mega rico– siga contando con una muy real posibilidad de volver a ganar la presidencia de Estados Unidos.

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