Cuando un gran músico se adueña del escenario una realidad alterna se abre y de pronto en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM, el Eurocentrismo desaparece. Y así Mozart no nació en Austria, sino en Nueva Orleans, la música clásica da un giro, el jazz impera. Bach, según el contador de historias con Clarinete y Saxofón, en realidad se llama Joao Sebastiao Bach y es brasileño.
Paquito D’Rivera siempre inicia sus conciertos con una amplia sonrisa y con su grito de guerra: llegó la hora de trabajar. Su Clarinete manda, su voz nos recuerda que estamos de fiesta. Le gusta estrenar y grabar sus conciertos en México, porque México es un país de gente buena, pero sobre todo de gente justa.
Del jazz y la improvisación, de Mozart a Manzanero, esos son los saltos del Clarinete y el Saxofón de Paquito. Del Adagio para Quinteto de Jazz y Orquesta volamos a “Esta tarde vi llover”, de Armando Manzanero.
Paquito no se ahorra ningún elogio para el compositor yucateco: “los músicos vivimos de los grandes compositores”. No duda en incluirlo en una lista de gigantes: Chávez, Moncayo y Márquez.
Cuando el público descubre entre los asistentes a Manzanero, le aplaude de pie.
A Paquito no le gusta el orden y toca piezas fuera del programa: un homenaje a Manzanero.
Cuando toca a Piazzolla –un conmovedor Libertango y dos piezas más- recuerda que la crítica siempre es un taladro sobre el creador: “eso no es tango, decían sobre las creaciones de Piazzola”; “lo mismo de Charlie Parker: eso no es Jazz”. Y Paquito D´Rivera rinde tributo al argentino y nos lleva a las calles de Buenos Aires con su Oblivion.
No desaprovecha la oportunidad para recordarnos que la música es una fiesta, que bailaremos en el patio de Trump y que una partitura, tiende puentes, no muros.
Paquito D´Rivera fue acompañado por la Orquesta Esperanza Azteca.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]